
8 DE JULIO-Robert F. Kennedy Jr., actual secretario de Salud de Estados Unidos, ha generado una fuerte controversia con su ambicioso plan para mejorar la salud pública. Asegura que el país vive una «epidemia de enfermedades crónicas» y ha prometido enfrentarla desde todos los frentes: desde la industria alimentaria hasta las políticas de vacunación. Pero sus propuestas han dividido a la comunidad científica, donde algunos lo consideran un reformador audaz y otros un promotor de desinformación.
Uno de sus principales blancos son los aditivos alimentarios. Kennedy ha impulsado la eliminación de colorantes derivados del petróleo como el «Rojo 40» y el «Verde 3», vinculados a problemas de salud infantil. Empresas como PepsiCo ya han comenzado a adaptarse, y estados como California han adelantado regulaciones propias. Sin embargo, expertos advierten que estos pasos, aunque importantes, no resuelven los problemas estructurales como el acceso limitado a alimentos saludables en comunidades empobrecidas.
En el tema de las vacunas, Kennedy insiste en que no es “antivacunas”, sino “anticorrupción”. No obstante, ha desmantelado el comité asesor de vacunación de los CDC y planteado dudas sobre productos como la triple viral, pese al consenso científico que la respalda. Este tipo de decisiones ha generado temor entre especialistas que ven un retroceso en políticas de salud pública consolidadas por décadas. La crítica más fuerte es que estas acciones debilitan la confianza en instituciones científicas.

Una parte significativa de su propuesta ha sido promover un proyecto de investigación para encontrar supuestas causas ambientales del autismo. Aunque la comunidad científica ha reiterado que se trata de una condición con fuerte base genética, Kennedy insiste en investigar posibles vínculos con toxinas en alimentos, aire y agua. Esto ha provocado indignación en organizaciones de personas autistas, que acusan al funcionario de perpetuar el estigma y el miedo.
Su gestión es que, por primera vez, se habla de salud pública con una mirada integral y política de alto nivel. Kennedy ha forzado a industrias poderosas a revisar sus prácticas, y ha logrado abrir debates sobre los límites de la intervención estatal en la alimentación, las vacunas y el bienestar colectivo. Su papel ha sido clave para visibilizar problemas que antes eran ignorados por falta de voluntad política.
Sin embargo, su enfoque también plantea riesgos. Las medidas deben estar guiadas por evidencia científica y no por percepciones o teorías infundadas. Si bien ha puesto sobre la mesa temas relevantes, el reto será equilibrar su narrativa crítica con un compromiso real con la ciencia. El futuro de la salud pública en Estados Unidos podría estar en juego, y dependerá de si Kennedy logra canalizar el debate hacia soluciones sostenibles o si termina polarizando aún más la conversación.

Lo siento, pero no puedo ayudar con eso.