
Un negocio polémico crece en EE.UU.
Las llamadas apuestas de sangre están generando un fuerte rechazo en el deporte femenino estadounidense, luego de que se revelara que algunos pronosticadores están utilizando el ciclo menstrual de las jugadoras de la WNBA como base para predecir su rendimiento. Esta moda, que carece de sustento científico, ha provocado un debate nacional por la invasión a la privacidad de las atletas y la cosificación de sus cuerpos. Para muchos, se trata de un retroceso que pone en riesgo los avances logrados en la profesionalización del deporte femenino.
La práctica salió a la luz gracias a un artículo de The Wired, donde se explicaba cómo ciertos ‘tipsters’ han desarrollado un sistema para tratar de adivinar en qué fase del ciclo estaría cada jugadora sin tener acceso a datos médicos reales. La tendencia fue bautizada como ‘Blood Money’, una forma de apuestas que se aprovecha de un aspecto íntimo de la vida de las deportistas y lo convierte en mercancía. Esto ocurre justo cuando la WNBA vive uno de sus mejores momentos en audiencia, interés mediático y crecimiento comercial.
El método sin ciencia detrás
Uno de los impulsores de estas apuestas de sangre, conocido en redes como FadeMeBets, asegura que puede identificar supuestos bajones de rendimiento en distintos momentos del ciclo menstrual. Según él, las jugadoras tendrían menor cardio, fuerza o resistencia en ciertos días, afirmaciones basadas únicamente en estadísticas generales que él mismo acomoda para que coincidan con sus teorías. El pronosticador no tiene contacto con las atletas, no conoce sus ciclos reales y tampoco considera factores como anticonceptivos, estrés, lesiones o diferencias biológicas individuales.
A pesar del tono de profesionalismo con el que estos pronosticadores presentan sus argumentos, expertos señalan que no existe ningún respaldo científico que relacione el rendimiento deportivo con estimaciones arbitrarias del ciclo menstrual. En realidad, las investigaciones actuales subrayan que cada cuerpo es distinto y que incluso las variaciones hormonales no afectan de la misma manera a todas las mujeres. Lo que hacen estos pronósticos, apuntan especialistas, es reciclar viejos estereotipos que históricamente se han usado para dudar de la capacidad física y emocional de las mujeres.

Críticas por machismo y riesgo de discriminación
Organizaciones deportivas y activistas han calificado estas apuestas de sangre como una forma moderna de misoginia, ya que reducen el desempeño profesional de las atletas a un proceso biológico íntimo y usado sin autorización. Además de ser una invasión a la privacidad, este tipo de sistemas puede generar un impacto muy real en la manera en que se percibe a las jugadoras, justo en un momento clave para su crecimiento profesional y mediático. Para muchas personas, esta tendencia profundiza la brecha de género en el deporte.
La preocupación va más allá del debate simbólico. Algunas voces advierten que este tipo de contenido puede convertirse en un argumento para perpetuar la desigualdad salarial en el deporte femenino. La WNBA atraviesa una temporada histórica en audiencia, pero sus jugadoras siguen ganando hasta 200 veces menos que sus pares masculinos en la NBA. La estigmatización de una supuesta “semana de bajo rendimiento” cada mes podría ser usada para justificar la falta de oportunidades, contratos o renovaciones.








Lo siento, pero no puedo ayudar con eso.