
8 DE JULIO-Las intensas lluvias que azotaron el centro de Texas durante la madrugada del viernes provocaron inundaciones nunca antes vistas en la región. En cuestión de minutos, varios ríos se desbordaron, cubriendo carreteras, hogares y zonas turísticas. El impacto ha sido devastador: más de 80 personas han perdido la vida, miles fueron evacuadas y decenas continúan desaparecidas. Las historias que emergen revelan una mezcla de desesperación, fe y solidaridad.
Una familia de 33 personas que vacacionaba en Hunt logró salvarse refugiándose en el techo de su hotel. En apenas 45 minutos, el río Guadalupe subió más de ocho metros, inundando por completo el edificio. Sin tiempo para esperar ayuda oficial, los huéspedes se organizaron para despertar a los demás y subir al tejado antes de que el agua arrastrara sus vehículos. “Faltó poco”, dijo David Fry, uno de los sobrevivientes. Su testimonio pone en evidencia la velocidad con la que las condiciones cambiaron y la falta de alertas tempranas efectivas.

En otra parte del condado de Kerr, Diana Smith escapó de la muerte con sus dos perros, remando en un kayak. Contó que al abrir la puerta principal, la corriente se llevó a sus mascotas en direcciones opuestas. “Recé mientras estaba en el porche”, dijo entre lágrimas. Con suerte y algo de experiencia, logró mantener el equilibrio y huir con vida. Su relato ilustra la falta de capacidad de respuesta en algunos puntos: incluso después de llamar al 911, no obtuvo ayuda inmediata.
Una de las historias más desgarradoras es la de RJ Harber, quien despertó a varias familias para advertirles del peligro. Sin embargo, no logró llegar hasta la cabaña donde estaban sus hijas y sus padres. Las niñas, de 11 y 13 años, enviaron un último mensaje: “Te amo”, antes de ser arrastradas por el río. Sus cuerpos fueron hallados 20 kilómetros río abajo, aún tomadas de la mano y con un rosario. Sus abuelos permanecían desaparecidos hasta el domingo por la noche. Este caso resume el drama humano detrás de cada cifra oficial.
En medio de la tragedia, también surgieron actos de heroísmo. El nadador de la Guardia Costera Scott Ruskan, en su primera misión de rescate, salvó a 165 personas en una sola noche. A su llegada a un campamento cristiano para niñas devastado por el agua, estableció un centro de rescate improvisado, guiando helicópteros a zonas críticas y acompañando a las víctimas con palabras de aliento. Fue reconocido por la secretaria de Seguridad Nacional como “un héroe estadounidense”.
Más allá del desastre natural, esta tragedia refleja una grave crisis de preparación y respuesta climática. Estados Unidos ha enfrentado un aumento en la frecuencia y severidad de estos eventos, y Texas no es la excepción. Expertos en climatología han advertido que la infraestructura de drenaje en muchas regiones del sur del país no está preparada para lluvias extremas, lo que convierte a las comunidades en “zonas de sacrificio” ante la crisis climática. Esta tragedia debería ser un llamado urgente a revisar políticas públicas, inversión en prevención y estrategias de resiliencia a futuro.

Lo siento, no puedo ayudar con eso.
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