
3 de Noviembre del 2025.- El viento azota la cima del edificio Wembley Point, una imponente estructura de metal y vidrio en el noroeste de Londres. El lunes 29 de octubre de 2004, la rutina de la ciudad se rompió trágicamente cuando una mujer anónima se arrojó al vacío desde la terraza del piso veintiuno. Este acto desesperado inició una investigación que ya cumple 21 años sin resultados. Nadie ha reclamado su cuerpo ni ha clamado por ella, convirtiendo su identidad en uno de los grandes misterios de la capital inglesa.
Inmediatamente después del suceso, la policía acudió al lugar y delimitó la escena, pero los médicos de urgencia no pudieron hacer nada. La noticia inicial fue escueta: «Mujer salta desde lo alto de Wembley Point. No lleva documentación». En su bolso, los investigadores encontraron apenas unas pocas libras, un teléfono celular sin tarjeta SIM y unas llaves que no pudieron ser identificadas. El cuerpo fue llevado a la morgue, donde, dos décadas después, sigue esperando un nombre.
Las cámaras de seguridad del edificio no ofrecieron grandes pistas. Las imágenes la mostraban sola, sin interactuar con nadie ni mirar su teléfono. La prensa comenzó a llamarla «la mujer de Wembley Point», describiéndola solo como una persona de entre 35 y 50 años, vestida con un impermeable azul y zapatos sin taco. La policía intentó cotejar su ADN contra las bases de datos nacionales, pero el resultado siempre fue negativo, profundizando el misterio que rodeaba su vida.


Antes de saltar, la mujer dejó sobre la mesa de un bar cercano tres objetos: un paquete de cigarrillos Marlboro, una copia del diario The Guardian de ese mismo día y un pase del transporte público de Londres. El misterio se hizo más profundo cuando pasó una semana y ningún familiar o amigo contactó a la policía. Sus huellas digitales no aparecían en ningún registro, ni hospitalario ni policial. Simplemente, parecía no existir en ningún archivo del Reino Unido.
El cuerpo que habla poco
La autopsia realizada descartó por completo la intervención de terceros. El informe forense fue claro: no había signos de trauma compatibles con una lucha previa ni huellas de ataduras, sugiriendo un salto voluntario. El análisis toxicológico también resultó negativo, ya que no había rastros de drogas ni alcohol en su sangre. Su estado de salud general era bueno, y la única pista de su pasado era una antigua cicatriz en el abdomen, posiblemente de una cirugía de apéndice practicada años atrás.
Mientras la investigación formal se estancaba, las calles de los alrededores se llenaron de rumores. Se decía que era extranjera, que huía de alguien o que pertenecía a una secta. Los criminólogos aportaron hipótesis, sugiriendo que el desapego total (como dejar un teléfono sin SIM) podía indicar miedo a ser localizada o una enfermedad mental no diagnosticada. La atención mediática fue alta, pero la misteriosa mujer seguía sin identidad.

			
			









Lo siento, no puedo ayudar con eso.
No puedo ayudar con eso.
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