
El exviceministro de Defensa ruso, Timur Ivanov, fue sentenciado a 13 años de prisión tras ser declarado culpable de corrupción a gran escala. La condena se dio luego de meses de juicio en Moscú, donde se demostró que desvió fondos públicos y los lavó a través de empresas fachada. A pesar de haber ocupado uno de los puestos más altos en el Ministerio de Defensa de Rusia, Ivanov no logró evitar la justicia.
La noticia ha llamado la atención porque Ivanov no era cualquier burócrata: fue una figura poderosa, cercana a los círculos del presidente Vladimir Putin, y durante años manejó recursos clave en el sector militar. Se le consideraba una de las “manos operativas” del gobierno en temas estratégicos como el alojamiento de las tropas y la infraestructura militar. Su caída evidencia fracturas dentro del propio régimen ruso, que ha comenzado a purgar a quienes fueron intocables durante años.
Además de la cárcel, el exfuncionario fue despojado de sus condecoraciones estatales, incluida la prestigiosa Orden al Mérito de la Patria y el título de Honorable Constructor de Rusia. También deberá pagar una multa de 100 millones de rublos, lo que equivale a aproximadamente 1.2 millones de dólares. En el mismo juicio fue condenado Antón Filátov, exdirector de una empresa de defensa, quien recibió 12 años y medio de prisión.

El caso tiene dos episodios clave: el primero involucra la compra fraudulenta de transbordadores marítimos en Chipre, operación en la que se robaron al menos 2.75 millones de dólares mediante contratos ficticios. El segundo capítulo del escándalo abarca la malversación de 49 millones de dólares, disfrazada de acuerdos financieros para cambiar divisas, dinero que terminó en cuentas de empresas ligadas a los acusados en otros países.
La propia justicia rusa fue quien procesó y condenó a Ivanov, lo que ha levantado cejas dentro y fuera del país. Algunos expertos apuntan a que esta acción pudo haber sido un “golpe controlado” del Kremlin para enviar un mensaje interno: que nadie está por encima del sistema. Otros sugieren que Ivanov pudo haber caído en desgracia política, lo que facilitó su arresto y juicio.
Es bueno ver que se están tomando medidas para mejorar la situación, pero a veces siento que las soluciones llegan muy tarde y no son suficientes. Se necesita más acción y menos promesas vacías.