Cuando estamos cansados sentimos la necesidad de despejarnos y dar una estiradita para que nuestro cuerpo se reactive. Cuando nos da sueño y sentimos la necesidad de descansar damos un largo bostezo para que nuestro cerebro se reactive. Y a todo esto ¿por qué bostezamos? Es una de las tantas funciones misteriosas de nuestro cuerpo y hasta puede resultar contagiosa.
Bostezar es un reflejo involuntario que no controlamos a conciencia, sino que viene cuando lo necesitamos, y esto es cuando nuestro cerebro ya necesita un descanso y pide refrescarse, que los músculos se reactiven y el oxígeno y la sangre circulen. Según dicen, cada quién bosteza de cinco a diez veces al día y es el indicador de la hora del sueño o de que despertamos y nos estamos despejando.
Y no podemos negar que cuando vemos a alguien que bosteza también hemos llegado a bostezar sin poder controlarlo. Es un fenómeno corporal muy estudiado, que aún en nuestros días tiene su parte misteriosa. ¿Para qué es un bostezo, cómo funciona y qué lo hace contagioso?
Para qué sirve bostezar
Los primeros estudios sobre el bostezo llegaron a la conclusión de que, al hacerlo, nuestro organismo se oxigena y así el cerebro nos puede llevar otra vez a estado de alerta y despejarnos. También se ha hablado de que un buen bostezo reactiva los músculos y hace que la sangre circule, quitándonos un poco la sensación de cansancio.
Los bostezos son un reflejo involuntario del cuerpo como los estornudos, la tos o los parpadeos, que muchas veces no controlamos a conciencia y sirven para mantenernos estables. El bostezo es provocado por nuestro cerebro para regular el organismo cuando está cansado y aburrido o hasta ansioso y hambriento y está presente en todos los seres vertebrados.
Un movimiento involuntario y contagioso
No podemos negar que hemos notado que los bostezos son contagiosos. En el trabajo, en el cine cuando la película es aburrida, en el parque y en cualquier situación, si alguien bosteza alguien más que está junto también lo hace y de vez en cuando no podemos resistir las ganas de hacerlo también.
Según los estudios de este fenómeno, hay otras reacciones corporales que igualmente son contagiosas como rascarse, tocarse el pelo, la risa o el llanto. De hecho, cada movimiento del cuerpo es contagioso y la explicación científica dice que nuestro cerebro tiene unas células conocidas como “neuronas espejo” y están relacionadas con la empatía.
Así es como se crea el llamado efecto contagio y estas células las descubrió el neurobiólogo italiano Giacomo Rizzolatti en 1996, al observar que se activaban en los monos, cuando uno realizaba alguna acción y otros lo imitaban.
Nosotros también las tenemos y tienen mucho que ver con procesos como el aprendizaje, la empatía y la imitación, aunque sigue siendo un misterio que la palabra bostezo nos puede dar ganas de bostezar incluso cuando la escuchamos.
Los estudios más recientes
Antes se había llegado a la conclusión de que los bostezos son una función corporal que oxigena al cuerpo y al cerebro y ayuda a reactivar los músculos y el sistema nervioso. Pero estudios recientes también llegaron a la conclusión que el bostezo hace que la temperatura de nuestro cerebro disminuya y así pueda ocuparse otra vez de las funciones de nuestro sistema nervioso.
La teoría del enfriamiento cerebral existe desde 2007 y es de los científicos Gary Hack, de la Universidad de Maryland y Andrew Gallup, de la Universidad de Princeton. Según sus estudios, el movimiento de la mandíbula cuando bostezamos expande y contrae las paredes del seno maxilar, que pertenecen a nuestro sistema respiratorio, y así se bombea aire al cerebro para que se refresque y opere de manera eficiente.
Los estudios del bostezo continúan y de hecho, los diferentes descubrimientos en la materia podrían ayudar en problemas como la epilepsia y el insomnio. Lo que sí, es que bostezar sirve para reanimarnos cuando estamos cansados y soñolientos y nos da un impulso justo cuando lo necesitamos.