
El debate legislativo en México se ha centrado en la urgencia de endurecer el marco legal contra la extorsión, un delito que lacera a miles de ciudadanos y empresas en todo el país. La preocupación central de los legisladores radica en que las penas actuales por este crimen resultan insuficientes y podrían, paradójicamente, llevar a la liberación de individuos culpables. El crimen de la extorsión no es un asunto menor; es un ataque directo al patrimonio, a la paz y, en muchos casos, a la integridad física de las víctimas. La necesidad de una reforma a la ley penal que castigue con mayor severidad a los responsables es vista como un paso fundamental para contener la escalada de este delito.
La alarma ha sido detonada por la posibilidad de que el no elevar las penas signifique que los criminales evadan la justicia con facilidad. Un castigo que no refleje la gravedad del daño causado se traduce en una puerta giratoria que permite a los extorsionadores volver a delinquir. Por ello, la discusión legislativa no se limita a un simple ajuste numérico, sino a una estrategia integral para garantizar que quien cometa este crimen permanezca en prisión. La extorsión se ha diversificado y hoy incluye el temido «cobro de piso» y las amenazas telefónicas, lo que exige una respuesta penal mucho más enérgica.
La Extorsión como Delito de Alto Impacto Social
La extorsión se ha consolidado como uno de los delitos que genera mayor impacto social y económico, afectando especialmente a pequeños y medianos empresarios, así como a ciudadanos comunes. La exigencia de elevar las penas se basa en reconocer la alta lesividad de este crimen: la víctima no solo pierde dinero, sino que vive bajo un constante clima de miedo y zozobra. Este delito ya no puede ser tratado con penas menores, pues su expansión y la violencia que a menudo lo acompaña, demandan la máxima respuesta del Estado.
El hecho de que las penas vigentes no sean lo suficientemente disuasorias ha provocado que el crimen de extorsión mantenga una tendencia al alza en diversas entidades federativas, convirtiéndose en un flagelo persistente. Los legisladores han coincidido en que el mensaje del sistema de justicia debe ser contundente: quien atente contra la tranquilidad y la economía de los ciudadanos a través de la extorsión debe enfrentar una condena proporcional al daño que inflige a la sociedad. Por ello, es imperativo que las fuerzas políticas logren un consenso rápido para blindar la ley.
La Realidad Detrás de las Cifras: Un Delito en Aumento
El reclamo por aumentar las penas por extorsión encuentra un sólido sustento en las estadísticas recientes. Este delito ha mostrado un crecimiento alarmante en los últimos años, con tasas que han superado el 45% en comparación con periodos anteriores, según datos del sector empresarial y organismos de seguridad. Además, la tasa media de crecimiento anual del crimen de extorsión se ha disparado, lo que confirma que las medidas actuales no han sido suficientes para contener esta ola delictiva. Este crecimiento subraya la urgencia de fortalecer la Ley General contra la Extorsión que actualmente se discute en el Congreso.









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