
29 julio 2025-Internacional-Un nuevo episodio de tiroteo en Nueva York conmocionó a la ciudad este lunes por la noche, cuando un hombre armado ingresó a un rascacielos en Park Avenue, en pleno Manhattan, y abrió fuego contra quienes se encontraban dentro. El saldo trágico: cuatro personas muertas, incluido un oficial del Departamento de Policía de Nueva York, además del atacante, que se quitó la vida tras subir al piso 33 del edificio. El hecho sembró el pánico entre trabajadores y transeúntes, y evidenció, una vez más, la vulnerabilidad de espacios urbanos ante la violencia armada.
El agresor tenía historial de salud mental
El atacante, identificado como Shane Tamura, de 24 años, proveniente de Las Vegas, fue descrito por las autoridades como un hombre con antecedentes de problemas mentales. Condujo desde Nevada hasta Nueva York, llevando consigo un rifle de asalto y varios cargadores. Su objetivo aún no ha sido plenamente determinado, pero los primeros reportes indican que actuó solo. El edificio atacado alberga oficinas de alto perfil como la NFL y empresas como KPMG y Blackstone, por lo que la acción desató una operación policial masiva en pleno centro financiero.

Didarul Islam, el policía asesinado, era un inmigrante bangladesí que servía como agente desde hacía tres años y medio. Al momento del ataque, estaba cubriendo un turno de seguridad. Su muerte fue calificada como un «sacrificio heroico» por la comisionada de la policía, Jessica Tisch. Islam deja a dos hijos y esperaba un tercero. Su acto de servicio, según funcionarios locales, evitó una tragedia aún mayor, ya que alertó sobre la amenaza apenas el atacante entró al inmueble.
Los testigos describieron escenas de caos: empleados se refugiaron detrás de escritorios y barricaron puertas con muebles, mientras se escuchaban disparos en varios pisos. Una mujer logró salvarse después de salir del elevador justo antes de que el atacante subiera. En el piso 33, Tamura asesinó a una persona más antes de quitarse la vida. Otro guardia de seguridad y un civil resultaron heridos, uno de ellos en condición crítica.

A pesar de los controles de ingreso, el atacante logró entrar armado y moverse entre pisos sin ser detenido. Este tipo de hechos plantea interrogantes sobre la efectividad de las medidas preventivas en zonas corporativas de alto valor.
La escena fue acordonada durante horas. Equipos SWAT y servicios de emergencia evacuaron oficina por oficina, mientras el transporte público fue interrumpido en toda la zona. Este ataque reaviva el debate sobre el control de armas en Estados Unidos y sobre el tratamiento de enfermedades mentales, especialmente en personas que tienen acceso legal a armamento de alto calibre. Mientras las autoridades continúan con la investigación, la ciudad intenta recuperar la calma, y las víctimas reciben el respaldo de una comunidad profundamente afectada.