La presidenta Claudia Sheinbaum afirmó categóricamente que la venta de combustible de México a Cuba no impactará negativamente la relación con EE. UU. ni el proceso de revisión del Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC). La mandataria salió al paso de las preocupaciones manifestadas, en particular, por el congresista republicano Carlos A. Giménez, quien había sugerido posibles repercusiones por este acuerdo comercial.
Sheinbaum fue enfática al señalar que Estados Unidos es consciente de la soberanía de México. Subrayó que la relación con EE. UU. se mantiene «muy bien» y que las decisiones comerciales tomadas por su gobierno son un ejercicio de independencia nacional. La venta de combustible a la isla, por lo tanto, es vista por la administración mexicana como una decisión soberana ajena a las negociaciones del T-MEC y a las dinámicas políticas de Washington.
El argumento principal de la presidenta se centra en el respeto a la autodeterminación. Al aseverar que «Estados Unidos sabe que México es un país independiente, libre y soberano», Sheinbaum desestima cualquier injerencia externa sobre las políticas comerciales que su gobierno decida implementar. Esta postura refuerza la idea de que los lazos diplomáticos y económicos, incluyendo la relación con EE. UU., se basan en el respeto mutuo de la soberanía.
El Contexto del T-MEC y la Soberanía 🤝
Es importante considerar que la venta de combustible a Cuba ocurre en un contexto donde el T-MEC, que rige la relación con EE. UU. y Canadá, contempla cláusulas de revisión periódica. La postura de Sheinbaum subraya que el tratado se limita a regular el comercio trilateral y no se extiende a coartar la libertad de México para establecer acuerdos comerciales bilaterales con terceros países, especialmente si estas naciones no forman parte del acuerdo. La relación con EE. UU., según la visión mexicana, es robusta y soporta estas decisiones soberanas.
Las declaraciones del congresista Giménez ponían un foco de tensión sobre cómo un acuerdo con un país bajo embargo estadounidense podría interpretarse en el contexto de la alianza norteamericana. Sin embargo, Sheinbaum insiste en que su gobierno no percibe este acuerdo como un punto de fricción en la relación con EE. UU., sino simplemente como una transacción comercial legítima entre dos naciones soberanas.
En conclusión, la presidenta Claudia Sheinbaum ha trazado una línea clara, defendiendo la política exterior y comercial de México. Su mensaje es de confianza: la relación con EE. UU. es sólida y no será alterada por la venta de combustible a Cuba. La determinación de México de ejercer su soberanía se presenta como un principio innegociable, incluso ante las presiones o cuestionamientos de figuras políticas extranjeras.
