
El Comando Sur de Estados Unidos ha elevado la tensión en el Caribe tras publicar un video de alta visibilidad que muestra a Marines cargando armamento en cazas furtivos F-35B. Este despliegue forma parte de una operación ampliada que, según las órdenes de la Casa Blanca, apunta directamente a las actividades de narco-terrorismo atribuidas al gobierno de Nicolás Maduro y a su círculo íntimo. La difusión del material audiovisual busca enviar un mensaje inequívoco sobre la seriedad y el alcance de la intervención militar estadounidense en la región, la cual está siendo ejecutada por unidades de élite.
El F-35B, la variante de despegue corto y aterrizaje vertical, es una de las aeronaves más avanzadas del arsenal estadounidense. Su despliegue en el Caribe permite a EE.UU. operar con flexibilidad desde buques de asalto anfibio o bases temporales, aumentando significativamente el radio de acción y la capacidad de vigilancia. La operación, descrita oficialmente como una lucha contra el narco-terrorismo, tiene como objetivo principal interrumpir las rutas de tráfico de drogas que, según Washington, son utilizadas por el régimen de Maduro para financiar sus actividades y mantener su poder.
La Estrategia de Disuasión y el Blanco del Narco-Terrorismo
La publicación del video del Comando Sur no es solo un acto informativo, sino una clara estrategia de disuasión. Mostrar la capacidad de cargar misiles y bombas de precisión en los cazas F-35B busca ejercer presión directa sobre el entorno de Nicolás Maduro, al que el gobierno de EE.UU. ha calificado repetidamente de responsable de narco-terrorismo. El video confirma que la Casa Blanca está dispuesta a utilizar activos militares de primer nivel para hacer frente a lo que considera una amenaza transnacional a la estabilidad regional.
Este despliegue militar se enmarca en una serie de acciones previas que incluyen sanciones económicas y la emisión de órdenes de captura contra altos funcionarios venezolanos. Al identificar al régimen como una «pandilla» involucrada en narco-terrorismo, Washington busca justificar la intervención militar como una operación de seguridad y aplicación de la ley. La presencia de los F-35B en la región demuestra que la estrategia de presión militar no se limita a patrullas navales, sino que incluye capacidad aérea furtiva y de ataque de precisión.
El F-35B y la Respuesta de Venezuela
Es importante destacar que el F-35B, con su avanzada capacidad de guerra electrónica y furtividad, está diseñado para operar en entornos altamente disputados. Sin embargo, su despliegue en el Caribe es también una prueba de concepto político. La presencia de estos cazas de quinta generación obliga al régimen de Maduro a desviar recursos limitados hacia la vigilancia aérea, lo que aumenta el coste operativo de su gobierno y el estrés de su cadena de mando.
En respuesta a la escalada contra el narco-terrorismo, el gobierno venezolano ha condenado el despliegue de EE.UU. como una «provocación» y una violación a su soberanía. Las autoridades venezolanas han ordenado el aumento de la vigilancia de su espacio aéreo y marítimo, aunque la capacidad de su sistema de defensa aérea para detectar y rastrear aeronaves furtivas como el F-35B es limitada. Esta dinámica eleva el riesgo de un malentendido o un incidente no deseado en una de las regiones marítimas más sensibles del hemisferio.