
La Secretaría de Hacienda ha confirmado lo que muchos temían: la llegada de una nueva ronda de impuestos que afectará directamente a la industria de refrescos y a otros productos de consumo diario. Se trata de un doble golpe fiscal que busca, por un lado, incrementar la recaudación federal y, por otro, influir en los hábitos de consumo de los mexicanos, especialmente en aquellos que abusan de las bebidas azucaradas. Este anuncio enciende las alarmas en el sector empresarial y en los bolsillos de los consumidores.
El primer gran cambio es el aumento al gravamen que ya existía sobre los refrescos (Bebidas Azucaradas). Este incremento será superior a lo que se aplicaba anteriormente, lo que inevitablemente se traducirá en un precio final más alto para el consumidor. La justificación detrás de subir este impuesto es la necesidad de desalentar el consumo de productos que han sido ligados a problemas de salud pública como la obesidad y la diabetes.
Novedad Fiscal: Impuesto a Endulzantes No Calóricos
La medida más novedosa y que ha generado mayor debate es la creación de un nuevo impuesto para los edulcorantes y endulzantes no calóricos. Esto significa que productos que hasta ahora se consideraban «saludables» o alternativas libres de azúcar, como las bebidas light o zero, también verán un incremento en su costo. Este gravamen apunta a todos los sustitutos del azúcar utilizados en la industria alimentaria.
Este nuevo impuesto impactará a una amplia gama de productos, desde las bebidas dietéticas hasta alimentos procesados que usan estos sustitutos para reducir su contenido calórico. El objetivo de las autoridades es poner bajo la lupa el consumo generalizado de estos aditivos, argumentando que aún no hay claridad total sobre sus efectos a largo plazo en la salud, aunque son usados para reducir el azúcar en las fórmulas.

El Impacto Directo en la Economía Familiar
La implementación de estos nuevos impuestos tendrá un efecto cascada. Al aumentar los costos de producción y comercialización de refrescos y de todos los productos que usan edulcorantes, las empresas trasladarán el gasto al consumidor. Esto significa que el precio de la despensa familiar subirá de manera considerable, afectando principalmente a las familias de bajos ingresos que destinan una mayor parte de su presupuesto a la compra de alimentos y bebidas.
La industria de refrescos ha manifestado su preocupación, argumentando que estas medidas no han demostrado ser la solución definitiva a los problemas de salud y que solo representan una carga fiscal desmedida. No obstante, el gobierno mantiene su postura de que los impuestos son una herramienta necesaria para obtener recursos y presionar un cambio en la dieta nacional.