
27 OCTUBRE 2025-INTERNACIONAL-Camerún se encuentra sumido en horas de gran tensión política y social tras el estallido de una ola de protestas masivas encabezadas principalmente por jóvenes. Este movimiento, impulsado en gran parte por la Generación Z, denuncia un presunto fraude en las recientes elecciones presidenciales. La chispa que encendió esta movilización nacional se originó en Douala, el corazón económico del país, donde cientos de manifestantes respondieron al llamado del líder opositor Issa Tchiroma Bakary, quien mantiene la firme convicción de haber sido el verdadero vencedor de los comicios.
Las marchas no tardaron en expandirse, transformándose en un movimiento nacional que abarcó rápidamente ciudades clave como Garoua, Maroua, Meinganga, Kaélé y Bertoua. Este patrón de rápida propagación es un indicador del profundo descontento social que existe en el país. Los reportes de testigos son alarmantes: las fuerzas de seguridad han recurrido al uso de gases lacrimógenos y, de manera más grave, a munición real para intentar dispersar a las multitudes.

El costo de estas protestas juveniles ya se está sintiendo con crudeza. De acuerdo con informes de las autoridades locales, al menos cuatro personas han perdido la vida y más de cien manifestantes han sido detenidos. Este balance inicial de víctimas mortales y arrestos subraya la gravedad de la situación y el alto riesgo que enfrentan los ciudadanos que han decidido salir a la calle para exigir transparencia y respeto a su voluntad electoral.
Este lunes, la situación se tensó aún más. El Tribunal Constitucional de Camerún declaró oficialmente vencedor al presidente Paul Biya, de 92 años, quien ha ostentado el poder desde 1982. Los resultados oficiales le otorgan un 53,66 % de los votos, frente al 35,19 % de su principal rival, Bakary. Sin embargo, esta proclamación judicial choca de frente con el sentimiento popular y el grito de las protestas en las calles, donde se rechazan categóricamente estas cifras.
El Grito de la Generación Z y su Deseo de Cambio
La voz de los manifestantes refleja el hartazgo ante un statu quo político que se ha mantenido por más de cuatro décadas. «Estoy dispuesto a arriesgar mi vida por mi voto. Voté por Tchiroma porque quiero un cambio«, declaró Oumarou Bouba, un joven comerciante de Maroua. Su testimonio encapsula el sentir de una Generación Z camerunesa que, literalmente, nació y ha crecido bajo el mandato de un único líder, y que ahora se niega a aceptar el resultado de unas elecciones que perciben como ilegítimas.

Mientras que las autoridades acusan a la oposición de avivar los disturbios y el caos, los seguidores de Bakary insisten en un llamado a la calma. No obstante, mantienen firme su exigencia de que el reclamo por la transparencia y la verdadera voluntad popular sea escuchado y respetado.
La Deuda de la Democracia y la Respuesta del Estado
La actual rebelión de la juventud en Camerún no es solo un reclamo post-electoral; es el reflejo de un profundo quiebre generacional y democrático. El alto índice de abstención entre la juventud y el reciente conflicto con la Fuerza de Defensa de Sudán, son indicadores de un descontento que se ha agravado. La prolongada permanencia del presidente Biya en el poder, unida a las denuncias de fraude, expone las debilidades institucionales.
Si bien el derecho a la protesta es fundamental, la respuesta de las fuerzas de seguridad con munición real es inaceptable y antidemocrática. El gobierno debe adoptar un enfoque más constructivo, facilitando una investigación independiente de las denuncias de fraude y estableciendo mecanismos de diálogo genuinos con la generación Z y la sociedad civil.




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