
Hace ya casi cinco décadas, el 6 de octubre de 1976, ocurrió uno de los peores crímenes de terrorismo aéreo en la historia. Se trata de la destrucción en pleno vuelo del vuelo 455 de Cubana de Aviación. Este acto, que sembró el pánico y la indignación mundial, fue un atentado terrorista de origen anticomunista que tuvo un saldo trágico: 73 personas inocentes perdieron la vida. Ahora, una frase escalofriante sale a la luz, revelando la frialdad de los responsables.
La Brutal Indiferencia de los Extremistas
El horror de este suceso se magnifica con la revelación de la frase utilizada por los autores del crimen: «Pusimos la bomba, ¿y qué?» Esta confesión, cargada de una brutal indiferencia ante la masacre cometida, expone la mentalidad extremista de quienes planificaron y ejecutaron el atentado. Los responsables no solo se atribuyeron la colocación de la carga explosiva en el avión, sino que también mostraron un desprecio total por las vidas de las 73 víctimas a bordo.
Un Acto de Terrorismo Anticomunista
El móvil detrás de la colocación de la bomba en el avión fue, según se estableció, de índole anticomunista. Este acto no fue un simple sabotaje, sino un atentado dirigido a impactar a Cuba y a su gobierno, utilizando vidas humanas como medio para alcanzar sus fines políticos. La magnitud de la tragedia lo colocó rápidamente entre los peores ataques aéreos a nivel mundial, marcando un oscuro precedente en el uso del terrorismo en la lucha ideológica.
El vuelo 455 se desintegró en el aire, cayendo cerca de las costas de Barbados, lo que dificultó enormemente las labores de rescate y la investigación inicial. A bordo viajaban 73 personas, incluyendo a toda la delegación juvenil cubana de esgrima, jóvenes que regresaban a casa tras ganar todas las medallas de oro en el Campeonato Centroamericano y del Caribe, además de pilotos, tripulación y otros ciudadanos. Todos murieron instantáneamente a causa de la explosión.
Este crimen ha sido un punto de dolor constante para la historia cubana y para las familias de las víctimas. La confesión de los extremistas, años después, subraya la necesidad de justicia y de no olvidar la barbarie con la que se actuó. La impunidad, o la falta de castigo severo para todos los responsables intelectuales y materiales, es una herida abierta que este recordatorio reaviva.
Los autores materiales de la colocación de la bomba fueron identificados como los venezolanos Hernán Ricardo Lozano y Freddy Lugo. Sin embargo, las investigaciones apuntaron a la autoría intelectual del atentado a los exiliados cubanos anticastristas Orlando Bosch Ávila y Luis Posada Carriles, ambos vinculados a grupos extremistas y a operativos de inteligencia. A pesar de su clara implicación y de ser considerados por La Habana como terroristas, Posada Carriles nunca fue juzgado en Estados Unidos por este crimen, mientras que Bosch fue liberado de prisión en Venezuela y posteriormente se le permitió vivir en Estados Unidos, lo que generó una intensa controversia internacional y acusaciones de doble rasero en la lucha contra el terrorismo.