
La marcha convocada en Mazatlán para exigir la aparición con vida de Carlos Emilio y otras víctimas de desaparición fue cancelada debido a la creciente inseguridad en la zona. Esta decisión, tomada por los propios organizadores y familiares de las víctimas, subraya el clima de miedo y la gravedad de la situación que atraviesa el puerto sinaloense.
La manifestación buscaba visibilizar el caso de Carlos Emilio, cuya desaparición ha generado gran preocupación, y el de muchas otras personas que han sido víctimas de este delito en Mazatlán. Sin embargo, el temor a ser blanco de represalias o de sufrir algún incidente de seguridad durante la movilización fue el factor determinante para la cancelación del evento.
Esta cancelación forzada de un acto de protesta pacífica ilustra un preocupante fenómeno: el miedo a la inseguridad se ha convertido en un obstáculo para el ejercicio de derechos fundamentales, como la libre manifestación y la exigencia de justicia. En este caso, la inseguridad misma impide que se alce la voz contra las desapariciones.
El Impacto de la Impunidad en la Cancelación 😞
Es importante señalar que esta cancelación se relaciona directamente con la percepción de impunidad. La falta de resultados contundentes en las investigaciones de los casos de desaparición y la aparente capacidad de acción de los grupos delictivos en Mazatlán generan un ambiente de indefensión. La inseguridad no es solo la amenaza de un evento violento, sino la certeza de que no hay garantías para exigir justicia de manera pública. El derecho a la protesta queda doblemente vulnerado por la violencia y por la falta de respuesta estatal.
La decisión de cancelar la marcha envía una señal clara sobre la intensidad de la inseguridad en Mazatlán. Los familiares, a pesar de su dolor y su necesidad de visibilidad, optaron por proteger su integridad física ante la falta de condiciones mínimas de seguridad para salir a las calles.
En conclusión, la cancelación de la marcha por la desaparición de Carlos Emilio y otras víctimas debido a la inseguridad es un doloroso indicador de que el crimen ha logrado silenciar la protesta ciudadana en Mazatlán. La urgencia de la localización de los desaparecidos se ve opacada por el miedo a las posibles consecuencias de manifestarse públicamente.