
Un video estremecedor difundido en redes sociales ha puesto al descubierto un escalofriante acto de violencia perpetrado por el grupo delictivo liderado por Gabriel N., conocido como «El Tato». La grabación muestra el momento en que varios integrantes del comando ingresan al interior del table dance «Mamitas» para agredir físicamente al personal que se encontraba laborando. Este acto violento no solo representa una agresión física, sino una clara amenaza para imponer su control criminal y forzar al establecimiento a cooperar con sus actividades ilícitas. La situación genera gran preocupación sobre el nivel de violencia y control del crimen organizado en los espacios de entretenimiento de la ciudad.
La Agresión y la Imposición de la Violencia Criminal
Las imágenes capturadas por cámaras de seguridad revelan la brutalidad con la que los sujetos, actuando con total impunidad, golpean y amedrentan a los empleados del club. Los agresores, en una demostración de fuerza violenta, buscaban doblegar la voluntad del personal para que accedieran a sus exigencias de venta de narcóticos. Este acto de violencia a la luz de las cámaras es un duro recordatorio de cómo los grupos criminales imponen su ley a través del miedo y la coerción en los negocios, mostrando que la violencia es su principal herramienta de operación.
La presunta razón detrás de esta incursión violenta es la negativa del personal del «Mamitas» a someterse a la orden de vender drogas para la banda de «El Tato». El grupo criminal busca utilizar el club nocturno como un punto de venta forzado para sus actividades de narcomenudeo. Esta estrategia de control territorial, ejecutada con extrema violencia, busca monopolizar el mercado de estupefacientes en la zona de entretenimiento y eliminar cualquier competencia en un acto violento de dominación.
Gabriel N. «El Tato» y su grupo son identificados como generadores de violencia en la región, dedicados principalmente a la extorsión y el tráfico de drogas. Su modus operandi incluye actos violentos contra negocios que se oponen a sus demandas, empleando la fuerza para establecer una dictadura de miedo que les asegure ingresos constantes. Esta táctica de violencia no solo busca ganancias, sino también asegurar su hegemonía criminal en la vida nocturna de la ciudad, obligando a los dueños y empleados a vivir bajo amenaza constante.








