La sesión del Senado de la República se convirtió en un campo de batalla verbal luego de una polémica intervención de la senadora panista Lilly Téllez. En un acalorado debate, Téllez se lanzó con duros epítetos en contra del senador Gerardo Fernández Noroña por la postura de este último ante el asesinato de Carlos Manzo, alcalde de Uruapan, Michoacán. La controversia giró en torno al pronunciamiento del recinto legislativo sobre este crimen y la estrategia de seguridad en el estado, así como el apoyo a la presidenta Claudia Sheinbaum y al gobernador Alfredo Bedolla. La tensión escaló rápidamente, demostrando una vez más la profunda polarización que se vive en el máximo órgano legislativo del país.
Reclamos por Violencia en México
El centro de la acalorada discusión fue el reproche de Lilly Téllez hacia Fernández Noroña por lo que ella considera una doble moral. La panista le exigió al senador que mostrara la misma indignación y sensibilidad por la violencia y los asesinatos que ocurren en México, como el del alcalde Manzo, que la que había demostrado recientemente al viajar y romper en llanto por el conflicto en la Franja de Gaza. Téllez elevó el tono de forma agresiva, utilizando palabras como «idiota», «imbécil» y «payaso», pidiéndole de manera sarcástica que «llorara» por la víctima mexicana. «A ver tú, idiota, llora por Carlos Manzo. Noroña, no seas imbécil, llora de verdad por Carlos Manzo. Tú, idiota, llorando por allá (en Palestina), haciendo circo mientras a los mexicanos los masacran, Noroña. Payaso, imbécil, ven aquí a llorar por Carlos Manzo, Noroña«, gritó la senadora.
La escalada verbal y los insultos directos obligaron a la presidenta del Senado, Laura Itzel Castillo, a intervenir en múltiples ocasiones. A pesar de los llamados al orden, la senadora Téllez continuó con su discurso de confrontación. Ante la negativa de la panista a concluir su participación, se tuvo que recurrir a la drástica medida de apagar el audio de su micrófono para poder retomar la agenda y el debate sobre el posicionamiento que debía tomar el recinto legislativo ante la ola de violencia que azota Michoacán. Este tipo de incidentes, aunque lamentables, se han vuelto recurrentes en un Senado donde las diferencias políticas se expresan cada vez con mayor virulencia.
Interrupción y Confrontación Continua
El conflicto en el pleno no cesó con el silencio forzado de Lilly Téllez. Cuando Fernández Noroña tomó la tribuna, y sin responder directamente a los insultos, también fue interrumpido. El senador tuvo que recurrir a un megáfono para intentar hacerse escuchar por encima de los gritos y la bulla generada, principalmente por la bancada de oposición. La presidenta del Senado, visiblemente frustrada, solicitó al coordinador del grupo parlamentario del PAN que interviniera para poner orden entre sus miembros, pero los reclamos y las interrupciones se mantuvieron durante toda la participación del legislador.
Fernández Noroña, a pesar de la presión, aprovechó su intervención para enviar un mensaje político más amplio a sus detractores. «Pueden interrumpir lo que quieran, lo que no pueden hacer es detener esta empresa monumental que es la cuarta transformación. Lo que no pueden detener es la marcha victoriosa del pueblo de México, lo que no pueden detener es la consciencia de la patria, y ustedes no volverán nunca más al gobierno», respondió a la oposición. Esta declaración sirvió para enmarcar la discusión personal dentro de la lucha ideológica y política que separa a los bloques en el Senado, minimizando los insultos y elevando el debate a un plano de proyecto de nación.
El tenso cierre de la jornada estuvo marcado por una inusual y sonora manifestación en el pleno. Durante casi un minuto, las bancadas del PRI y del PAN se unieron en un grito coordinado de «¡Que viva Carlos Manzo!», en un intento por honrar al alcalde asesinado y señalar la inacción del gobierno federal en materia de seguridad. Como respuesta inmediata, el bloque mayoritario, afín al gobierno, coreó a su vez «¡Es un honor estar con Claudia hoy!», refiriéndose a la presidenta Claudia Sheinbaum. Este intercambio de consignas finales encapsuló perfectamente la profunda división y la incapacidad de la clase política para llegar a acuerdos en temas tan sensibles como la seguridad pública y el respeto en el diálogo.
