
Los reconocidos comunicadores Carlos Alazraki y Javier Lozano, habituales compañeros en el análisis político y férreos críticos del gobierno, han mostrado diferencias significativas en su postura frente al controvertido caso de Simón Levy, el exfuncionario que recientemente ha estado en el centro de la atención por su supuesta detención en Portugal y sus contradictorias declaraciones. Aunque ambos comparten un espacio de crítica abierta, la forma de abordar la situación de Levy ha revelado un punto de fricción inesperado, poniendo en evidencia que no hay una línea editorial única ni total cohesión en su equipo de trabajo, sino matices importantes en la interpretación de los hechos.
El debate se centra en la credibilidad de la versión de Simón Levy, quien insiste en que no fue detenido y que fue víctima de un atentado en Washington, Estados Unidos, a pesar de que la información oficial del gobierno mexicano y las evidencias mediáticas lo sitúan en Lisboa, Portugal. Mientras que uno de los conductores parece mantener una postura más cautelosa o, incluso, de apoyo a la versión de Levy, el otro ha sido más incisivo al cuestionar las Contradicciones que el propio exfuncionario ha tenido al aire, especialmente después de que él mismo se delatara al confirmar su ubicación en Europa.
Contradicciones que Dividen a los Analistas
La aparición de estas Contradicciones es el corazón del desacuerdo. Por un lado, una de las figuras ha optado por darle el beneficio de la duda a Levy, argumentando que puede ser víctima de una persecución política y que la Veracidad de sus problemas legales podría estar siendo manipulada por el gobierno. Esta postura busca proteger un frente común de crítica al oficialismo, priorizando la defensa del acusado frente a lo que perciben como un uso faccioso del aparato de justicia en su contra. Sin embargo, esta posición ignora o minimiza las pruebas que el propio exfuncionario ha generado.
Por otro lado, la otra voz en la mesa de análisis, con una visión más legal y pragmática, ha puesto el acento en las flagrantes faltas a la Veracidad de Levy. Este analista sostiene que la defensa de un principio político no debe justificar la amplificación de mentiras y que, al contradecirse él mismo en televisión, Levy socava su propia credibilidad y la de quienes lo apoyan sin reservas. Esta visión aboga por el rigor informativo y el apego a los hechos verificables, por encima de las alianzas ideológicas o personales, demostrando una fisura notoria en la forma de abordar la Veracidad de un caso tan mediático.









