
“La opacidad es una forma de corrupción”, “Peor que la política es la politiquería”, “(Andrés Manuel López) Obrador nos ha robado muchas cosas”, “No es un gobernante: es un autócrata con vocación a dictador”, “Vemos un gobierno desorganizado frente a un crimen organizado”: Es Catón, Armando Fuentes Aguirre, columnista de Diario de Yucatán, desde hace más de medio siglo.
Su agilidad mental, pensamiento crítico, sensibilidad social fortalecida con la disciplina de la escritura diaria convierten a Catón en un grato conversador con respuestas agudas.
Llegó a Mérida a presentar su más reciente libro, editado por Planeta: México en mí.
El volumen es un acercamiento con todo aquello que da vida a la identidad de los mexicanos: gastronomía, música, literatura, relaciones, hábitos.
Un recorrido por el país, con una mirada fascinada, un acercamiento emotivo y un lenguaje ameno, divertido.

Quien empiece a leer México en mí no lo dejará y será su compañía a todas partes, porque su estructura de anécdotas e historias puntuales instruyen y deleitan, sin importar si se lee en orden de principio a fin o se abre al azar en cualquier página.
Don Armando accede a conversar para sus lectores asiduos en la Península de Yucatán:
—“De política y cosas peores” es una columna muy leída en Diario de Yucatán. Así que en primer lugar quiero preguntarle: en 2024, ¿qué cosas son peores que la política
—La politiquería es todavía peor. La política puede ser un medio de dar beneficio a los demás. Es un modo, el más generoso y amplio de hacer el bien al prójimo. Desgraciadamente, esa forma de política entendida como servicio, forma de hacer el bien e incluso como manera de amor al prójimo, no se practica entre nosotros.
En México la política, en los más de los casos, ha sido degradada por una especie de casta que detenta el poder público y que no busca el bien de la comunidad, sino el medro personal.
@marianapachecoortiz «De política y cosas peores» una es columna del editorialista más leído de México, Armando Fuentes Aguirre "Catón", pero ¿en 2024 qué cosas son peores que la política #leer #libros #lectores #lectura #Filey #caton #armandofuentesaguirre #merida #yucatan #Saltillo ♬ sonido original – Mar Ortiz
Vale decir, el ejercicio del poder como medio de hacer riqueza. Eso es prostituir a la política. Y hacer de ella un ejercicio bajo, egoísta, que desvirtúa lo más noble del ser humano.
Hacer política por ambición personal, ya sea de poder o de dinero —aunque generalmente las dos cosas van juntas— es degradar algo de lo más noble que puede tener el ser humano: la vocación de ser útil a su prójimo.
—Dedica el libro México en mí a los dos rostros del país: el amoroso y el doloroso. Sin embargo, la percepción es que, ahora, vivimos más el dolor cuando hasta los desaparecidos desaparecen, ¿qué piensa de ese desequilibrio?
—Esa dedicatoria expresadesde luego mi amor a México, pero sobre todo mi dolor por él; por verlo, ahora, tan mal gobernado, tan dolido por las acciones de violencia que lo lastiman cada día.
Por el enorme número de crímenes que cotidianamente contemplamos. Por el hecho, sobradamente conocido, de que vastas porciones del territorio nacional están dominadas por los grupos de delincuencia.
Por ver un crimen organizado frente a un gobierno desorganizado. Y por contemplar los deplorables efectos de una política de abrazos no balazos que abdica de la fuerza legítima del Estado para imponer la ley y la deja en manos de quienes la violan sistemáticamente.
No llego al extremo de hablar de un narcogobierno —extremo al que muchos ciudadanos han llegado ya—, pero sí considero que se han solapado las acciones de los grupos de delincuentes.
Se les tolera, e incluso se les estimula, con acciones como las que hemos visto del Presidente, quien saluda a la familia de los grandes malhechores y les habla con respeto.
En suma, parece estar más del lado de los delincuentes que del lado de sus víctimas.
Hay desdén para las madres de los desaparecidos. Por eso en España se les acaba de premiar como un gesto de solidaridad y de reproche callado, pero significativo, a un gobierno pasivo, si es que se puede hablar de un gobierno.
—Un gobierno, como bien señala, pasivo ante unos, pero activo frente a otros, como la más reciente marcha de mujeres en donde fue suprimida la bandera nacional del corazón político de México, ¿qué opina de ello?
— La bandera es un símbolo que los mexicanos veneramos,incluso se le ha llamado lienzo sagrado. Desde pequeñitos, en la escuela,los lunes éramos llevados al patio del plantelpara decir poemas o entonar coros en honor de ella.
Es un lábaro que nos pertenece a todos y que (Andrés Manuel) López Obrador ha convertido en propiedad privada.
Vale decir que nos ha arrebatado la bandera. La ha expropiado y vuelto instrumento de su politiquería.
No izar la bandera en el gran mástil del Zócalo de la Ciudad de México, el corazón de la República, es una violación flagrante de la ley, que ordena sea izada todos los días.
López Obrador, al hacerlo cantidad de veces, parece repetir aquello de que “no me vengan con el cuento de que la ley es la ley” y la viola.
Así como nos ha arrebatado muchos bienes comunitarios, así como ha hecho desaparecer muchas instituciones valiosas, así como está acosando a todo lo que sea contrapeso para su poder autoritario, de esa manera viola todo aquello que tiene que ver con nuestra enseña patria.
La convierte en herramienta de sus consignas, en vez de hacer de ella lo que siempre ha sido: un manto que ondea por igual sobre todos los mexicanos, independientemente de su credo, ideología, condición social u origen.
Mucho nos ha quitado López Obrador, muchas cosas nos ha robado, entre ellas la bandera.
—Señala un modo de gobernar. Eso coincide con un pasaje de su libro, cuando indica su admiración al encontrar una vieja placa que dice “Esta obra costó 161,520.84 pesos”. El contraste actual es que las obras del gobierno se distinguen por su opacidad y reserva de la información de los costos, ¿qué opina al respecto?
—López Obrador ha puesto muchas obras en manos de los militares: que no rinden cuentas a nadie por razones “de seguridad nacional”. Esa forma de opacidad es una forma de corrupción. En ese tipo de corrupción estamos inmersos ahora.
Va a ser una herencia nefasta que va a recibir la próxima presidenta de México: el militarismo como una espada de Damocles pendiente sobre México y los mexicanos.
—Ha enumerado la falta de respeto a la ley, la renuncia a las responsabilidades de frenar la violencia. Algo también recurrente en este gobierno es la acusación de “traidores a la patria” a quienes no lo alaban. En su libro plantea una perspectiva opuesta: invita a hacer patria desde el respeto…
—Muchas veces el que habla de patriotismo está disfrazando su falta de respeto a la idea de patria que tienen los demás.
Injuriar a otro por tener una idea contraria o diferente de la mía es renunciar a la propia humanidad. El que injuria es porque está falto de argumentación, de razón y de bondad humana.
Nuestro Presidente prácticamente cada día tiene a flor de labio una injuria, una ofensa, un calificativo despectivo u ofensivo para quien disiente de él. Piensa que la única verdad es la suya. Y siempre tiene otros datos para contradecir los de la realidad.
Quien así gobierna no es un gobernante. Es una autócrata con vocación de dictador.
Ya no necesitamos caudillos, jefes máximos. Hemos superado los tiempos del militarismo, pero López Obrador los está haciendo volver. Regresamos a la época del poder militar sobre el poder civil.
México va a tardar en reponerse de los efectos de este sexenio tan nocivo.
—¿Costará generaciones? ¿Cuánto tiempo cree que le costaría México salir de esta situación?
—Es muy difícil de predecir eso. Se ha hecho tanto mal que el bien va a tardar en regresar.
—Ya hablamos demasiado del país doloroso, ahora miremos a la nación enjundiosa que retrata en el libro México en mí. En una de sus andanzas, al dar una referencia para llegar a Magdalena, dice: “Si no te fijas bien, la pasas, como a la felicidad”. ¿Podría abundar en su idea de la felicidad?
—No existe la felicidad absoluta. Nadie es permanentemente feliz. Existen sí ratos de felicidad, momentos de plenitud humana a la que damos ese nombre.
Yo relaciono esos momentos de plenitud con el amor. Creo que la mayor parte de esos momentos de felicidad derivan del acto amoroso, de la unión entre dos seres que se aman y al entregarse el uno al otro se entregan recíprocamente a ese precioso don de la felicidad.
Es efímera y por lo tanto es más hermosa. Porque lo que dura poco es bello… Como la flor: su belleza, o gran parte de su belleza, deriva de su fragilidad y de su carácter efímero. Si las flores fueran eternas no serían tan bellas como son.
@marianapachecoortiz Esto piensa sobre la felicidad el editorialista más leído de México, don Armando Fuentes Aguirre "Catón". En entrevista con Diario de Yucatán. #libros #lectores #leer #book #lector #mexicoenmi #caton #armandofuentesaguirre #catontiktok ♬ sonido original – Mar Ortiz
—Documenta ser un viajero apasionado: “De todas partes se trae parte. En todas hay algo que aprender”. Sus líneas reflejan una actitud porque también aprende quien desea aprender, ¿coincide?
—Todos los días son una escuela. Cada día nos enseña algo. Debemos estar abiertos al permanente magisterio de la vida. La mejor maestra: amorosa a veces, rigurosa y severa otras, pero siempre aleccionadora. Es decir, siempre capaz de enseñarnos algo.
Parte de la sabiduría de la vida consiste en ser ignorantes. Vale decir en reconocer las propias deficiencias y en ser capaces de la humildad. De aceptar que mientras más creemos saber más ignoramos.
Para eso son los libros. Para aliviarnos un poco la pesadumbre que deriva de no saber. De ahí el valor de la Feria Internacional del la Lectura de Yucatán (Filey), en la que participé y a la que llego siempre con corazón abierto y gratitud en mano.
De allí la gratitud y el reconocimiento que siento por mi casa de trabajo en Yucatán que es el Diario de Yucatán. Llevo más de medio siglo escribiendo en sus páginas. Esa hospitalidad que me brinda Diario de Yucatán es uno de los dones más bellos que he recibido. Y esto me motiva a una gratitud mayor.
La gente de Mérida es especialmente sensible. Por tradición lleva en su sangre la belleza. Estoy hablando de las maravillas de la cultura maya; pero hablo también de la belleza de la canción y el verso de Yucatán.
Me refiero a Guty (Cárdenas) y (Ricardo) Palmerín; (Armando) Manzanero, (Enrique Novelo) Coqui Navarro, Sergio Esquivel. Hablo de esa sensibilidad que (Antonio) Mediz Bolio describió tan bellamente en eso de la tierra del faisán y del venado.
Para mí, el lector y la lectora yucatecos tienen una sensibilidad especial a la que quisiera llegar como se llega a un alma sensitiva.
Entonces, expreso mi agradecimiento a Diario de Yucatán porque gracias a él soy conocido en esta tierra maravillosa, en la Península en general y en el sureste, desde las partes más bellas y generosas de México. No halago: digo verdades.
—Ya que habla de sensibilidades, en su libro comenta que ha puesto flores en las tumbas de Felipe Carrillo Puerto y Alma Reed, en el panteón de Mérida, ¿qué le dicen estos personajes de la historia peninsular?
—Hablamos de uno de los amores más bellos, plenos y al final más trágicos en lo que podríamos llamar la historia sentimental de México. El amor de Carrillo Puerto ese hombre tan hondamente yucateco por una mujer venida del norte del continente, tan distinta a él en todo sentido.
Ese amor representa el espíritu amoroso que late en cada yucateco o yucateca. Es un hermoso hecho el que hayan quedado juntos para la eternidad en un cementerio. Y cuando un cementerio es testigo de un amor así, deja de serlo para convertirse en un asomo del paraíso.
—En México en mí, asienta: “Bien leídos, los libros hacen mucho bien, mal leídos, provocan muchos males. Cuánto daño han hecho los llamados libros sagrados”, entre ellos señala al Corán, ¿podría explicar al respecto?
—Esos libros han puesto tristeza en el ser humano. Han inculcado en él: temores sentimientos de culpa y sobre todo fanatismo.
Para mí los libros sagrados son los de Dickens, Dostoyevski, Balzac, Borges o García Márquez.
Esos son libros sagrados porque nos enseñan dos cosas que los otros libros no. Nos enseñan a vivir y a amar. No nos enseñan a temer, tampoco a odiar. No nos estimulan a enfrentarnos a nuestro prójimo.
Por motivos de religión, las guerras llamadas santas son las menos santas de todas las guerras, las que más dolor causan, las que con mayor encono enfrentan a unos con otros.
Tenemos que huir de esos fanatismos. Y la mejor manera de huir de esos que se llaman libros sagrados, pero que de sagrados nada tienen, es ir hacia esa otra literatura que mencioné.
—Lector, escritor, viajero, coleccionista y melómano, ¿puede decir qué representa la música para usted?
—Ha sido siempre parte de mi vida. Aunque quizá en forma un poco heterodoxa.
Una vez un tío nos invitó a merendar a mis padres y a mí. Él estaba acompañado por su esposa. Eran personas de mucha religiosidad. En esa invitación, él llamó a unos humildes músicos. Y fue diciendo a cada uno de los adultos qué querían oír.
En ese tiempo yo debo haber tenido siete años. Mi tía pidió el Vals recuerdo. Mi mamá quiso oír Dios nunca muere. Mi padre pidió Club verde. Yo les pregunté a los músicos “¿No se saben Amor perdido?”. Era considerada una canción arrabalera, pecaminosa.
Mi padre me disculpó con mi tío. Dijo: “Perdónelo compadre… Es que oye mucho radio”. Yo ya escuchaba mucha música. Luego tuve el feliz encuentro con la música que se llama clásica.
Aunque la buena música popular también es clásica. Para mí es música clásica la de Beethoven y es música clásica la de Agustín Lara o José Alfredo, porque es buena música popular.
Toda la música ha sido parte de mi vida. Soy muy música.
—Leo otra de sus reflexiones contenidas en México en mí: “Hay quienes creen que la sabiduría consiste en saber muchas cosas. Se equivocan. La verdadera sabiduría consiste en saber lo que necesitas y en aplicar ese conocimiento en el momento justo”, ¿puede ampliar ese comentario?
—Lo que importa saber es el saber que importa. El saber debe ser el camino hacia el bien.
Creo que aprendemos más a ser buenos leyendo una novela como David Copperfield, de Charles Dickens, que leyendo mil páginas de los llamados libros sagrados.
La buena literatura nos lleva al bien, al amor, a virtudes como la tolerancia. Y sobre todo nos despoja de cualquier insana forma de egoísmo. Nos solidariza con el resto de los seres humanos. Nos hermana con ellos lo mismo en la dicha que en el sufrimiento. Ahí está el poder de un buen texto.
@marianapachecoortiz Esto dice sobre la sabiduría don Armando Fuentes Aguirre "Catón" en su libro «México en mí», que dedica al México tan dolido, tan doloroso, tan doliente… Y también al México tan querido, tan amoroso y tan sonriente. #libros #lectores #leer #book #lector #linrorecomendado #mwxicoenmi #caton #armandofuentesaguirre #catontiktok ♬ sonido original – Mar Ortiz
Mi libro más reciente quiere suscitar el amor a México, el orgullo de llamarnos mexicanos, de vivir o de haber nacido en una tierra tan generosa que tanto nos ha dado y a la que a veces nosotros le regateamos todo.
—Quiero decirle, como lectora, que lo ha logrado. Es como estar en los muchos rostros de México. Mientras Octavio Paz habló del ser mexicano, usted vive esa mexicanidad, ¿qué se planteó con esa demostración?
—He querido mostrar amor, no erudición ni conocimiento. El amor es la mayor sabiduría y la mejor forma de conocimiento.
El libro quiere ser amoroso en relación con México, con las mexicanas y los mexicanos de todas partes de este país que son varios países; de este México que son muchos Méxicos; de esta patria que es una sola.
—Refiere que escribe acerca de lo que mira y oye, de lo que come y bebe. Es más que un cronista. Así como hay un estilo Carlos Monsiváis, hay un estilo Catón. Ambos son reconocibles, muy particulares, únicos, ¿cómo se asume?
—Me siento un artesano de la palabra. Mi mérito es hacer la tarea todos los días, con disciplina de buen niño. Hacer de mi tarea un ejercicio en bien de mi prójimo. Motivar en él una sonrisa y también una reflexión, un pensamiento. No el mío, sino el de él, motivado por mi invitación a pensar.
Sobre todo, pensar en México que está viviendo una de sus peores etapas, ahora amenazado por tantos riesgos, peligros y maldades.
Eso hace que sea necesaria la unión de todos los mexicanos. Unión a la que el actual Presidente ha atacado, polarizando, dividiendo, enfrentando a los mexicanos en vez de llamarlos a la concordia, la armonía, la paz.
Por encima de todo debe unirnos el común amor a México. Es nuestra patria. No tenemos otra. A donde vayamos extranjeros.
Tenemos que defender nuestra casa contra la demagogia, el autoritarismo y la dictadura. Debemos preservar, a toda costa, los bienes que tanto han costado: la libertad, la democracia, la vocación de la justicia para todos. Hemos de buscar un México que sea una casa mejor y más digna, segura y ordenada para nuestros hijos y para los hijos de ellos.
—Usted escribe seguro, pletórico: “Mi vida es un constante andar. No estoy cansado todavía”, sus lectores esperamos tener Catón para rato…
—Eso no está en mis manos.
Recuerdo el hermoso brindis que hizo un torero a un escritor. El escritor le dijo: “Lo único que te falta para ser inmortal es que te mate un toro”. Y contestó el torero: “Maestro: se hará lo que se pueda”.
Usted me expresa un buen deseo de que haya Catón para rato. Yo le contesto con las mismas palabras: Se hará lo que se pueda.
Esta nota “Vemos un gobierno desorganizado frente a un crimen organizado”: Catón apareció primero en Diario de Yucatán.