
CIUDAD DE MÉXICO.— “Yo no quiero autos de Canadá, no quiero autos de México. Quiero que las compañías automotrices construyan aquí”, fue el mensaje de Donald Trump con el que avisó que continuará la presión para que las armadoras trasladen su producción a Estados Unidos, o de lo contrario enfrenten aranceles de 25%.
Desde su campaña, Trump ha insistido en recuperar la industria manufacturera y automotriz mediante políticas comerciales proteccionistas que incentiven el retorno de las fábricas al país.
El efecto de estas advertencias ya se empieza a notar. Hyundai anunció una inversión de 5.8 mil millones de dólares para construir una nueva planta en Louisiana, con la promesa de generar cerca de 21 mil empleos. Otras armadoras como Nissan, General Motors o Stellantis también analizan mover parte de su producción a EE.UU., en un intento por evitar el impacto de los aranceles en los precios finales, aunque hasta ahora no hay movimientos confirmados.
Impacto al bolsillo
Según un estudio del Anderson Economic Group publicado en marzo, el precio de los autos vendidos en Estados Unidos podría aumentar hasta en 12 mil dólares si se implementan los aranceles propuestos por Trump. Esta medida implicaría un reordenamiento profundo en la geografía de la industria automotriz, afectando no solo a México y Canadá, sino a otros países que también exportan vehículos al mercado estadounidense.
Gran parte de los autos que se venden en Estados Unidos se producen fuera de sus fronteras. México y Canadá, principales socios comerciales en el T-MEC, se han convertido en puntos clave para la producción automotriz.
Ford sería una de las menos afectadas por los aranceles, ya que la mayor parte de su producción ocurre en Estados Unidos. Según cifras de la empresa, 77% de los vehículos que vende en Estados Unidos se fabrica en el país, 21% en México y Canadá, y apenas 2% en otros países.
El caso de Stellantis es distinto. La armadora enfrenta un mayor riesgo, pues 39% de su producción destinada a Estados Unidos proviene de plantas en México y Canadá. Solo 57% de sus autos se fabrica en territorio estadounidense, mientras que el 4% restante proviene de otras regiones.
General Motors también podría recibir un golpe considerable. De acuerdo con Barclays, 30% de sus autos vendidos en Estados Unidos son fabricados en México y Canadá, 52% en Estados Unidos y 18% en otros países. Esto coloca a GM como uno de los fabricantes con mayor exposición a las nuevas tarifas arancelarias.
Nissan, por su parte, cuenta con dos plantas en Aguascalientes y una más en Morelos, lo que ha hecho que 31% de sus autos vendidos en Estados Unidos se produzcan en México y Canadá. El 52% se fabrica en Estados Unidos y 17% en otros países.
Toyota enfrenta un desafío aún mayor. Solo 48% de su producción se realiza en Estados Unidos, mientras que 27% se lleva a cabo en México y Canadá y 25% en otras regiones. Este escenario pone en riesgo una parte significativa de su portafolio ante los aranceles.
En el caso de Hyundai-Kia, apenas 33% de sus autos vendidos en Estados Unidos son fabricados ahí. El resto proviene de otros países (59%) y apenas un 8% de México y Canadá. Aunque su exposición a México es menor, la empresa se ha anticipado con inversiones millonarias para fortalecer su presencia en suelo estadounidense.
Volkswagen, en cambio, se perfila como una de las más afectadas. Casi la mitad de sus autos vendidos en Estados Unidos provienen de México y Canadá (43%), mientras que solo 21% se fabrica en Estados Unidos y 36% en otros países. La estrategia de la marca alemana está ligada con fuerza a la industria mexicana.
Tesla, por otro lado, queda exenta de las afectaciones. El 100% de sus autos y componentes destinados al mercado estadounidense se fabrican dentro del país, lo que la convierte en la única automotriz que no sufrirá los aranceles.— El Financiero
Es preocupante ver cómo los aranceles están afectando la producción de vehículos. Al final del día, esto puede hacer que los precios suban y que la gente no pueda acceder a un auto nuevo. Sería bueno que se buscaran soluciones que no perjudiquen tanto a los consumidores.
Es preocupante que los aranceles estén afectando tanto a la industria de los vehículos. Esto no solo puede encarecer los precios de los autos, sino que también podría afectar a muchas personas que dependen de estos trabajos. A veces, parece que las decisiones se toman sin pensar en las consecuencias para la gente común.
Es preocupante ver cómo los aranceles pueden afectar tanto a la industria de los vehículos. Esto no solo impacta a los fabricantes, sino que también puede encarecer los precios para los consumidores. Al final, todos terminamos pagando las consecuencias. Es necesario encontrar un equilibrio que no perjudique a nadie.