Vampire Weekend, banda de Nueva York, regresa después de largos 5 años de ausencia, con una propuesta que revela mucha curiosidad dentro de su propio sonido. Ezra Koenig y compañía encuentran el espacio para expresarse sobre un mundo cada vez más complicado, y fieles a sus temas recurrentes sobre el existencialismo y las relaciones personales.
Para esta entrega, repiten en la producción la alianza con el prodigio Ariel Rechstaid (Wallows, HAIM, Brandon Flowers) y estamos ante uno de los discos más ambiciosos en cuanto a efectos y mezcla que haya tenido la banda. Vampire Weekend siempre ha sido producto de una mezcla elegante entre géneros, pero ahora sí se la volaron, con puentes y cortes geniales en canciones que parecen ser más “sencillas” (“Capricorn”, “Hope”).
Los temas recurrentes sobre Dios, cómo nos relacionamos con las demás personas, y nuestra misión en esta tierra, regresan de una forma reconfortante en voz de Ezra, quien vuelve a cargar sus letras de simbolismos pero conecta con nuestras vidas diarias.
El sonido consagrado de una banda indie, en una producción alucinante.
Lo bueno tarda, pero Vampire Weekend nos trae un disco fiel a su sonido expandiendo sus propios límites.
¡Desde antes de la pandemia no escuchábamos algo nuevo de Vampire Weekend! Y vaya que nos hacía falta, porque lo que traen hoy es un disco que agradará muchísimo a sus fans. Esta entrega confirma que Ezra, Baio y Chris tienen mucho criterio para decidir cuándo algo amerita ver la luz, y que no hay prisa cuando se trata de lanzar buena música.
Verdaderamente, Vampire Weekend desafía los géneros desde “Ice Cream Piano”, abridora del disco, con la constante sorpresa que nos dan al presentar una rolita que pudiera antojarse lineal, pero revienta eventualmente con muchos elementos.
Las distorsiones en este disco son algo que rescatan de sus primeros discos, y que dejaron descansar bastante en Father of the Bride (2019), un disco que giró más en torno a lo acústico.
A manera de loop, el puente de “Connect” nos parece algo sin precedentes en la historia de la banda, coqueteando directamente en su disco con la cultura del sampling en un movimiento genial. Estos pequeños riffs y regresas a las distorsiones nos recuerdan el fabuloso Contra (2009) y a manera de homenaje, el trío recupera muy bien los sonidos propios.
En la parte tranquila, “The Surfer” es una canción que podemos escuchar una y otra vez, con una vibra muy relajada, pero trae unos metales que explotan a la mitad de la canción de manera espectacular, y nos preguntamos cómo funcionará en vivo.
Para su show en vivo, Vampire Weekend ha prometido sorpresas y una excepcional banda de acompañamiento, como lo han revelado en su podcast Vampire Campfire.
Destellos de virtuosismo técnico en una banda que originalmente no lo buscaba.
El inicio de “Connect” supone una maestría absoluta del piano, en una progresión difícil y rápida que ahora se avientan con una facilidad envidiable. El ritmo también recuerda los inicios de la banda, que originalmente quería iniciar una nueva ola de Ska.
Para nosotros, Vampire Weekend ha logrado mucho más que eso, ya que tiene hoy una mezcla de géneros que llama a muchas audiencias distintas e innovan en la producción disco tras disco.
El riff principal de “Pravda” es complejo y armonioso, y la banda neoyorquina que originalmente quería tocar ska sencillo muestra un dominio técnico en una rola que es una mezcla de ritmos de dub, y hasta electrónica abrumadora al final.
Hay espacio para incluir nuevas estructuras y géneros en el sonido de Vampire Weekend.
“Gen-X Cops” es una canción atípica de Vampire Weekend que funciona como un post-punk y surf acelerado que gira en torno a un riff distorsionado de guitarra, bastante pegajoso por cierto.
Nos parece que funciona muy bien y es refrescante que una banda con casi 20 años de historia pueda jugar con nuevos géneros.
Only God Was Above Us es un disco sumamente equilibrado, en el que conviven en partes casi iguales los momentos de reflexión calmada, momentos bailables (“Mary Boone”, “Prep-School Gangsters”) intensos solos y puentes (“Gen-X Cops”, “Classical”), y versos acelerados en la voz de Ezra Koenig.
Como la cereza del pastel, Vampire Weekend nos sorprendió muchísimo con “Hope”, la rola más larga en la discografía de la banda. Con una repetición a mantra de tener esperanza en poder dejar ir las cosas que nos detienen, la banda entrega un rock ligero que por momentos incorpora distorsiones, metales, y arreglos en pianos limpios.
Vampire Weekend se lució con este discazo, y si quieren añadirlo a su colección, lanzaron tres versiones de viniles, con ediciones a color y transparentes, que pueden conseguir por acá.
La banda inicia gira el lunes en Austin, y se encuentra en estados Unidos hasta mediados de octubre. Para el 29 de noviembre viajarán a Irlanda, por lo que si cuadramos bien fechas, podrían visitar nuestro país antes de irse al viejo continente.
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