
En un giro inesperado, los inspectores de la ONU han regresado a Irán por primera vez desde que el país suspendió su cooperación con el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) tras un periodo de guerra y bombardeos. El director general del OIEA, Rafael Grossi, confirmó que el equipo está trabajando en la instalación nuclear de Bushehr, en el suroeste de Irán. Este sitio, que se salvó de la campaña militar israelí en junio, será el lugar donde los inspectores supervisarán el reemplazo de combustible, según la agencia de energía atómica iraní. La reanudación de las inspecciones es un paso crucial para reducir la tensión en la región.
Sin embargo, a pesar de este avance, las discusiones sobre el acceso a otras instalaciones como Fordo y Natanz, que fueron atacadas durante la guerra de 12 días con Israel y el bombardeo de Estados Unidos, aún no han llegado a un acuerdo. Grossi ha sido enfático al señalar que Irán no puede restringir el trabajo de los inspectores a «instalaciones no atacadas», ya que, según él, no existe un trabajo de inspección «a la carta». La insistencia del OIEA en tener acceso completo a todos los sitios nucleares es fundamental para garantizar que el programa de Irán tenga fines pacíficos.
La diplomacia frente a la guerra: un regreso a la cooperación
El regreso de los inspectores del OIEA a Irán marca un intento de la diplomacia de retomar el control después de la reciente escalada militar. La decisión de Teherán de suspender la cooperación con la agencia se produjo a raíz de la guerra y en protesta por el silencio del OIEA ante los ataques contra su infraestructura nuclear. El anuncio de Irán de reanudar las conversaciones nucleares con países europeos la próxima semana, mientras Occidente considera retomar las sanciones a Teherán, subraya la delicadeza del momento y la urgencia por encontrar una solución.

La cooperación nuclear de Irán con la comunidad internacional ha sido un tema de constante fricción. La decisión de Teherán de suspender las inspecciones, alegando que la agencia no había condenado los ataques israelíes y estadounidenses, fue calificada como «inaceptable» por Washington. El hecho de que Irán permita nuevamente el ingreso de los inspectores es un indicio de que, a pesar de la retórica hostil, aún hay una ventana para el diálogo. Sin embargo, el camino hacia un acuerdo duradero sigue lleno de obstáculos, como lo demuestra la resistencia iraní a permitir inspecciones en todos los sitios.
Más allá de las discusiones diplomáticas, la guerra de 12 días entre Israel e Irán expuso la vulnerabilidad de las instalaciones nucleares en un contexto de conflicto militar. Los ataques contra los sitios nucleares de Fordo y Natanz demostraron que estas infraestructuras no están exentas de ser blanco de bombardeos. El propio director del OIEA, Rafael Grossi, ha advertido que un ataque a la central nuclear de Bushehr podría tener «consecuencias catastróficas» y provocar una «liberación significativa de radiactividad al ambiente», con un impacto que podría alcanzar a varios cientos de kilómetros y requerir la evacuación de la población.
Este riesgo no solo pone en peligro a Irán, sino a toda la región y al mundo, lo que aumenta la presión sobre la comunidad internacional para encontrar una solución diplomática y evitar una escalada. El regreso de los inspectores del OIEA a Bushehr, por lo tanto, no es solo un acto burocrático, sino una medida crucial para mitigar un riesgo que podría tener consecuencias humanitarias y ambientales sin precedentes. La vigilancia nuclear por parte de la OIEA es vital para garantizar la seguridad de estas instalaciones y evitar un desastre de proporciones globales en caso de un nuevo conflicto.
