6 DE SEPTIEMBRE DEL 2025- INTERNACIONAL. En medio de una semana de caos político y estancamiento, el tailandés Anutin Charnvirakul fue elegido primer ministro con un apoyo decisivo del parlamento. Con una votación que superó fácilmente el umbral requerido, su ascenso pone fin a la dominación del partido Pheu Thai, de la influyente familia Shinawatra. Anutin, conocido como un astuto negociador, ha sabido posicionar a su partido Bhumjaithai de manera estratégica en la política tailandesa, logrando un lugar en varias coaliciones a pesar de la constante lucha de poder entre las élites del país. Su victoria marca un cambio significativo en el escenario político de Tailandia.
El triunfo de Anutin, con el 63% de los votos, fue una humillación para el partido Pheu Thai, otrora un gigante populista. La derrota llega en un momento crítico para el partido y su líder simbólico, el multimillonario Thaksin Shinawatra, quien inesperadamente partió a Dubái. La victoria de Anutin fue resultado de un pacto con el progresista Partido Popular, la mayor fuerza del parlamento, al que prometió un referéndum para modificar la constitución y convocar elecciones en cuatro meses. Este movimiento audaz le permitió consolidar el poder y cerrar una de las semanas más dramáticas en la política de Tailandia.

El declive de la dinastía Shinawatra
El ascenso de Anutin está intrínsecamente ligado al ajuste de cuentas político que ha afectado al poderoso clan de Thaksin Shinawatra y a la consiguiente caída del partido Pheu Thai. La crisis se intensificó en junio, cuando la salida de Anutin de su alianza de gobierno dejó a la coalición con una mayoría muy estrecha. El golpe de gracia llegó con la destitución de la hija y protegida de Thaksin, Paetongtarn Shinawatra, por un tribunal, convirtiéndose en el sexto primer ministro del clan o respaldado por él en ser removido por las élites militares o el poder judicial, lo que demuestra la profunda crisis política en Tailandia.
El destino de Thaksin también ha añadido un drama considerable. El magnate, quien regresó a Tailandia en 2023 tras 15 años de exilio, había sido condenado a ocho años de prisión, pero obtuvo una conmutación de su pena y la libertad condicional. Sin embargo, un nuevo fallo judicial podría enviarlo de regreso a la cárcel, lo que lo llevó a abandonar el país en su avión privado. Su salida se produjo después de que su partido fracasara en intentos desesperados por disolver la cámara. Este enigmático drama político tailandés mantiene al país en vilo.
Los retos del nuevo gobierno minoritario
Anutin, un veterano de la política de 58 años, tomará las riendas de un gobierno minoritario, al que no se unirá el Partido Popular, y enfrentará grandes retos. La economía del país lucha con un consumo débil, préstamos restringidos y un creciente nivel de deuda. Como nuevo primer ministro, Anutin ha prometido trabajar sin descanso para resolver estos problemas. A pesar de su reputación de conservador, su popularidad se disparó tras liderar una campaña para despenalizar el cannabis, lo que muestra su pragmatismo y su capacidad para conectar con los ciudadanos más allá de las élites.

A pesar de la dura derrota, el partido Pheu Thai ha prometido regresar al poder y cumplir su agenda para «todo el pueblo tailandés». Aunque el partido ha perdido apoyo entre las clases trabajadoras, que antes cortejaba con sus políticas populistas, sigue siendo una fuerza formidable. Su promesa de volver a la carga asegura que la política tailandesa seguirá siendo un escenario de alta tensión. El nuevo gobierno de Anutin no tendrá un camino fácil, ya que su administración minoritaria tendrá que hacer frente a una oposición persistente y a los profundos problemas económicos que el país enfrenta.
Más allá de la contienda política, la exitosa campaña de Anutin para despenalizar el cannabis en Tailandia ha tenido un impacto social y económico significativo. Su gobierno se convirtió en el primero en Asia en legalizar la marihuana, lo que llevó a la proliferación de miles de minoristas y clínicas de cannabis. Si bien la medida ha impulsado una nueva industria y ha generado un debate sobre la libertad personal, también ha provocado críticas sobre la falta de una regulación clara. Esta ambigüedad ha creado desafíos para la seguridad pública y el control del consumo, demostrando que las decisiones audaces en la política de Tailandia no solo transforman el panorama político, sino también el tejido social del país.