
15 de Agosto 2025.- Lo llaman «dronocidio», y no es un simple nombre. En el este de Ucrania, los soldados se entrenan para enfrentar lo que se ha convertido en la mayor amenaza en el campo de batalla: los drones. Estos aparatos saturan la línea del frente y provocan la mayor cantidad de bajas según fuentes ucranianas. La formación consiste en ejercicios con escopetas, primero desde el suelo y luego en movimiento, con blancos que simulan los drones. Ihor, un instructor con experiencia desde 2014, asegura que esta es hoy la herramienta más efectiva para derribar drones a corta distancia, mientras también entrena a los soldados en combate cuerpo a cuerpo.
La preparación constante refleja que pocos en Ucrania esperan que la guerra termine pronto. La escasez de efectivos en algunas unidades y los renovados esfuerzos por movilizar tropas han sido un «desastre», según testimonios en el frente, lo que subraya la presión extrema sobre los soldados y su cansancio acumulado. Pese a esto, mantienen la moral y la convicción de que rendirse no es una opción.

El dilema de ceder territorio
La posible negociación entre Donald Trump y Vladimir Putin en Alaska aumenta la incertidumbre. Los soldados y civiles temen que Ucrania tenga que ceder territorio a cambio de un alto al fuego. Oleksii, un combatiente que ha perdido a familiares y amigos, lo resume: «No sería mi sugerencia, no me gusta esta idea». Mientras tanto, Rusia también enfrenta grandes bajas, estimadas en cerca de 1.000 por día, lo que indica que el conflicto está agotando los recursos de ambos lados.
El presidente Zelensky ha dejado claro que no cederá territorio ucraniano y critica que Ucrania no tenga voz en las negociaciones. Sin embargo, encuestas recientes muestran que la resignación crece entre la población, consciente de que mantener la resistencia completa podría costar aún más vidas y terreno. La situación refleja la tensión entre la defensa del territorio y la necesidad urgente de evitar más pérdidas humanas y daños a la infraestructura civil.
Impacto en la población civil
La guerra ha devastado la vida de millones de ucranianos. Más de 13.000 civiles han muerto y 3,5 millones han sido desplazados, según la ONU. Muchos viven en condiciones precarias en aldeas provisionales, en contenedores metálicos lejos de sus hogares originales. Historias como la de Hennadii, de 78 años, quien extraña su parcela y la tumba de su madre, reflejan el dolor silencioso de quienes han perdido todo. Otros, como Valentina, de 78 años, desafían la idea de renunciar a su tierra, a pesar de haber perdido a seres queridos.
Las conversaciones de Alaska bajo sospecha
Expertos y autoridades ucranianas consideran que la reunión entre Trump y Putin podría ser más un acto de relaciones públicas que un verdadero intento de paz. Oleksandr Merezhko, diputado y presidente de la Comisión de Asuntos Exteriores de Ucrania, afirma que «Putin no tiene ningún deseo de llegar a un compromiso» y que un acuerdo que implique ceder territorio sería moral y legalmente inaceptable. Esta perspectiva resalta la desconfianza hacia mediaciones externas sin participación directa de Ucrania, una preocupación que se refleja en la población y en las tropas.

Resiliencia ucraniana y realidad crítica
Pese a la presión bélica y política, Ucrania mantiene su resistencia. El entrenamiento con escopetas contra drones y la organización civil para sostener a los desplazados muestran la capacidad de adaptación y resiliencia del país. Sin embargo, expertos advierten que sin apoyo internacional más efectivo y con negociaciones externas que ignoran la voz ucraniana, cualquier acuerdo de paz podría ser injusto y frágil, dejando la puerta abierta a nuevas tensiones y conflictos futuros.