CHICAGO (AP).— Donald Trump aprovechó ayer una oportunidad para hacer oír su frecuente argumento de que la imposición de elevados aranceles a los productos extranjeros equivaldría a un elixir económico que, según él, recaudaría enormes sumas para el gobierno, protegería a las empresas estadounidenses y animaría a extranjeros a abrir fábricas en Estados Unidos.
En su intervención ante una audiencia amigable en el Club Económico de Chicago, el candidato presidencial republicano afirmó repetidamente que los aranceles son malinterpretados como una herramienta económica.
“Para mí”, dijo Trump, “la palabra más bonita del diccionario es arancel. Es mi palabra favorita”.
Si los aranceles necesitan un cambio de imagen, es probablemente porque los economistas en general afirman que en realidad equivalen a un impuesto sobre los consumidores estadounidenses que haría menos eficiente la economía y dispararía la inflación.
El moderador, John Micklethwait, editor en jefe de Bloomberg News, pasó apuros para mantener la conversación centrada en la economía y los negocios. Cuando se le preguntó, por ejemplo, si el gobierno debería desmantelar Google tras un caso antimonopolio, Trump empezó a hablar de la lucha contra el fraude electoral en Virginia y de cómo, en su opinión, Google lo había tratado injustamente.
EntrevistaDesviación
En repetidas ocasiones, Trump desvió reciente entrevista hacia terreno conocido.
Viejas historias
El republicano repitió viejas historias y temas de conversación sobre inmigrantes, fraude electoral y deportistas transgénero. Llegó incluso a fingir un acento extranjero para relatar sus interacciones con el presidente francés Emmanuel Macron y la excanciller alemana Angela Merkel.