
Tensión en California por despliegue militar sin aval local. La Ley de Insurrección, un recurso poco usado en la historia de Estados Unidos, ha vuelto al centro del debate luego de que el expresidente Donald Trump decidiera enviar a la Guardia Nacional a Los Ángeles sin la aprobación del gobernador. Esta medida, que no se veía desde hace 60 años, reavivó viejas tensiones entre el gobierno federal y los estados.
La última vez que algo así ocurrió fue en 1965, cuando el entonces presidente Lyndon B. Johnson desplegó tropas en Alabama en medio del movimiento por los derechos civiles. Ahora, Trump justifica su decisión por las protestas relacionadas con las redadas migratorias, pero tanto el gobernador Gavin Newsom como la alcaldesa de Los Ángeles, Karen Bass, aseguran que todo estaba bajo control.


Una acción sin precedentes desde 1992. Aunque no es raro que la Guardia Nacional se active para atender disturbios, usualmente lo hacen por petición de los propios estados. El ejemplo más reciente fue en 2020, cuando varios gobernadores lo hicieron tras las protestas por la muerte de George Floyd. Sin embargo, esta vez Trump actuó por su cuenta, sin el consentimiento del gobierno estatal.
La situación recuerda a los disturbios de 1992 tras la absolución de los policías que golpearon a Rodney King. En aquel entonces, el presidente George H.W. Bush autorizó el despliegue federal por petición local. Hoy, el panorama es distinto: Trump decidió actuar sin el respaldo del estado y en un contexto mucho menos violento, lo que ha generado aún más controversia.
El estado de California decidió demandar a Trump por considerar que su acción fue “ilegal”. La demanda argumenta que el expresidente abusó de su poder y violó la Décima Enmienda de la Constitución, que establece los límites entre el poder federal y el estatal. Para las autoridades locales, lo que hizo Trump fue una intromisión injustificada que solo buscaba generar confrontación.
Es genial ver que se están tomando medidas para mejorar la situación, pero a veces siento que las acciones son más lentas de lo que necesitamos. La gente está esperando cambios y soluciones rápidas, y no siempre se ve ese esfuerzo.