
30 OCTUBRE 2025-INTERNACIONAL-El presidente Donald Trump anunció un giro radical en la política de defensa de Estados Unidos al prometer comenzar a probar armas nucleares estadounidenses «en igualdad de condiciones» con Rusia y China. Esta directriz, que podría revertir décadas de moratoria voluntaria sobre los ensayos nucleares, fue revelada en un momento de intensas tensiones geopolíticas entre las principales superpotencias.
El anuncio, realizado mediante una publicación en redes sociales, subraya la preocupación de Washington por los avances en los programas armamentísticos de sus rivales y marca un potencial cambio significativo en la dinámica estratégica global.
Trump justificó la decisión señalando que Estados Unidos posee el arsenal de armas nucleares más grande, con Rusia en segundo lugar y China acercándose, aunque en un «distante tercer lugar». En sus palabras, y citando los programas de prueba de otras naciones, había instruido al Departamento de Guerra (término usado por el mandatario) para que iniciara el proceso de prueba «de inmediato». La vaguedad en el anuncio dejó la duda sobre si se refería a una prueba de explosivos nucleares completos o a ensayos de sistemas de armas nucleares con capacidad de lanzar ojivas, lo que podría tener implicaciones legales y diplomáticas distintas.

Ocurrió momentos antes de una reunión crucial con el líder de China, Xi Jinping, en Corea del Sur, programada para intentar restablecer la estabilidad económica y comercial. Este aparente giro político coincide con un periodo de alta tensión global, donde la creciente rivalidad entre Washington y Beijing evoca los tiempos de la Guerra Fría. Paralelamente, la guerra en Ucrania eleva el riesgo de una confrontación más amplia entre Rusia y Occidente, añadiendo otra capa de complejidad al panorama de la seguridad internacional.
El Riesgo de una Nueva Carrera de Armamentos
El Departamento de Defensa y la Casa Blanca fueron contactados para clarificar la directiva, ya que la última prueba nuclear de Estados Unidos ocurrió en 1992, marcando el inicio de una moratoria voluntaria. Los expertos señalan que reanudar una prueba completa podría tardar entre 24 y 36 meses después de una orden presidencial, según un informe del Servicio de Investigación del Congreso. La inquietud principal es que, si se llevan a cabo pruebas de explosivos nucleares, la medida podría desatar una nueva carrera armamentista, ya que Rusia y China, junto a otras naciones como India y Pakistán, podrían sentirse obligadas a reanudar sus propios ensayos para equilibrar la balanza.
Los comentarios de Trump se producen en un contexto donde Estados Unidos monitorea de cerca el desarrollo de armas nucleares avanzadas por parte de sus competidores. Rusia, según reportes de sus medios estatales, ha probado recientemente un nuevo misil de crucero con capacidad nuclear, el Burevestnik, y un torpedo de propulsión nuclear, el Poseidón, considerado por el líder ruso como insuperable. Mientras tanto, China está expandiendo rápidamente su arsenal y ya ha exhibido su «tríada nuclear» (sistemas de lanzamiento desde tierra, mar y aire), buscando alcanzar las 1,000 ojivas para finales de la década, según informes del Pentágono.

La Urgente Necesidad de Claridad en la Definición de las «Pruebas Nucleares»
Interrogado sobre el timing del anuncio justo antes de la reunión con Xi, Trump afirmó que «tenía que ver con otros», señalando que la decisión se basaba en el hecho de que otras naciones parecían estar realizando pruebas, por lo que era «apropiado que nosotros también lo hagamos». A pesar de su postura de «paz a través de la fuerza» y su intención declarada de lograr la desnuclearización, la orden de pruebas nucleares tiene el potencial de desestabilizar el status quo y aumentar los riesgos estratégicos. La comunidad de expertos advierte que una reanudación de los ensayos explosivos sería «temeraria» y costosa.
La orden del presidente Trump, si bien está motivada por la percepción de una amenaza por los avances de Rusia y China en el desarrollo de armas nucleares, introduce una peligrosa ambigüedad que exige una aclaración inmediata por parte de la Casa Blanca y el Pentágono. La incertidumbre sobre si la directiva se refiere a ensayos de explosivos nucleares o a pruebas de misiles con capacidad nuclear (como los misiles Trident probados recientemente por la Armada de EE. UU.) es el punto más crítico.









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