
Claudia Sheinbaum defiende subsidios millonarios a proyectos emblemáticos de la 4T
Los llamados “proyectos insignia” de la Cuarta Transformación siguen generando debate. Según información difundida por Latinus, durante 2024 el gobierno federal destinó más de 18 mil millones de pesos en subsidios para que el Tren Maya, el Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles (#AIFA) y la nueva Mexicana de Aviación pudieran continuar operando. Esta cantidad equivale al presupuesto de vacunación infantil por cuatro años completos, una comparación que ha encendido las alarmas sobre las prioridades presupuestales del gobierno.
Pese a las críticas, la presidenta Claudia Sheinbaum ha afirmado que estos proyectos son “rentables” y necesarios para el desarrollo del país. Sin embargo, los números dicen otra cosa: tanto el Tren Maya como el AIFA y Mexicana de Aviación gastan más de lo que generan, y dependen de subsidios públicos para sostenerse. La rentabilidad no parece estar ligada a beneficios económicos directos, sino más bien a una narrativa de transformación regional y orgullo nacional.
El Tren Maya, por ejemplo, ha recibido miles de millones para continuar sus operaciones, mantenimiento y servicios, aunque su flujo real de pasajeros no justifica aún dicha inversión. El AIFA, a pesar de haber absorbido parte del tráfico del AICM, sigue operando a una fracción de su capacidad. Por su parte, Mexicana de Aviación apenas se está consolidando y depende del Estado para despegar, literalmente.
Costos superan ingresos: lo que no se dice sobre la “rentabilidad” del Tren Maya y compañía

Expertos en finanzas públicas y economía han advertido que seguir subsidiando estos proyectos podría afectar áreas sensibles como salud, educación o programas sociales. La gran pregunta es: ¿hasta cuándo se podrá sostener este modelo de subsidios? Y más aún, ¿vale la pena?
Desde la oposición y diversos sectores académicos se exige mayor transparencia y una evaluación técnica independiente sobre la viabilidad de estos megaproyectos. Se argumenta que los recursos podrían utilizarse mejor en infraestructura de salud o atención a la pobreza, especialmente cuando hay indicadores preocupantes en seguridad, alimentación y empleo.