
Durante la primera semana del curso, un hecho desgarrador sacudió a la comunidad en Minneapolis: un hombre en su veintena abrió fuego con arma de fuego mientras los niños participaban en una misa matutina en la escuela católica Anunciación. Según las autoridades, fue un acto deliberado de violencia contra estudiantes — muchos de ellos rezaban en ese momento — que terminó con la vida de dos niños, de 8 y 10 años, dejó al menos 17 lesionados (la mayoría menores) y culminó con el suicidio del atacante.
El tiroteo ocurrió alrededor de las 8:30 a.m., cuando el agresor disparó desde el exterior usando rifle semiautomático, escopeta y pistola, hasta que se quitó la vida. El gobernador de Minnesota, Tim Walz, calificó el hecho como “un acto horrible de violencia” y expresó sus oraciones por los niños y maestros afectados.
La respuesta fue inmediata: agentes estatales, federales (incluyendo ATF y FBI) y locales, además del patrullaje policial, acudieron al lugar y confirmaron que el atacante estaba neutralizado, sin que existiera una amenaza activa para la comunidad.
El alcalde Jacob Frey lamentó lo ocurrido subrayando que los niños estaban rezando en una iglesia durante su primera semana de clases — momentos de paz que deberían ser seguros — y llamó a proteger esos espacios de terror similar.
Este tiroteo es parte de una ola de violencia armada que ha azotado a Minneapolis en 24 horas, incluyendo otro incidente fatal frente a una escuela secundaria el día anterior.
Este ataque se suma a la creciente preocupación nacional por la seguridad en las escuelas, especialmente en recintos religiosos y privados que, hasta hace poco, eran considerados zonas de bajo riesgo. La escuela Anunciación, que ofrece educación desde preescolar hasta octavo grado, se convirtió en escenario de una tragedia que ha sacudido a toda la comunidad educativa y religiosa de Minnesota.
Los investigadores aún no han revelado la identidad del atacante, pero se sabe que actuó solo y que tenía antecedentes relacionados con salud mental. Las autoridades están examinando sus dispositivos electrónicos y su entorno cercano para determinar si dejó algún manifiesto o indicio de sus motivaciones. Aunque no se ha confirmado oficialmente, algunas fuentes apuntan a que el agresor tenía algún tipo de vínculo previo con la institución, lo cual podría haber influido en su elección del blanco.