23 DE SEPTIEMBRE DEL 2025 – NACIONAL. Una tragedia impactó al Colegio de Ciencias y Humanidades (CCH) Plantel Sur cuando un estudiante, identificado como Lex Ashton “N”, de 19 años, atacó con un arma blanca a su compañero Jesús “N”, de 16 años, causándole la muerte. El hecho, que ocurrió en uno de los estacionamientos del plantel, generó caos y pánico entre los alumnos. La violencia estudiantil se extendió cuando un trabajador de limpieza resultó gravemente herido al intentar detener al agresor. La comunidad educativa, aún en estado de shock, cuestiona las medidas de seguridad del plantel y cómo un acto de tal magnitud pudo haber ocurrido dentro de las instalaciones.
Ante la crisis, las autoridades del CCH desalojaron a los estudiantes y suspendieron las clases de manera indefinida. La Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) condenó los hechos y se comprometió a brindar apoyo legal y psicológico a los padres del joven fallecido. El agresor, quien tenía una situación académica irregular, intentó huir lanzándose de un segundo piso, resultando con fracturas en ambas piernas. Actualmente se encuentra bajo custodia policial en un hospital y a disposición de las autoridades.

Indignación y Cuestionamientos de la Comunidad Estudiantil
La comunidad estudiantil del CCH Sur ha expresado su profunda indignación y cuestionado la falta de vigilancia en el plantel. A través de un comunicado, los alumnos señalaron la «repetida negligencia» de la directora, Susana Lira de Garay, por no haber tomado medidas de seguridad a pesar de haber detectado previamente «puntos rojos» de conflicto. Los estudiantes se preguntan cómo el agresor pudo ingresar al campus con el rostro cubierto y un arma.
La violencia estudiantil que se vivió pone en evidencia la necesidad de fortalecer los protocolos de seguridad en las instalaciones educativas de la UNAM. La Fiscalía General de Justicia de la Ciudad de México ha iniciado una investigación por homicidio doloso y lesiones dolosas, mientras la policía cibernética analiza las redes sociales del agresor, quien días antes había publicado mensajes inquietantes y fotografías de la indumentaria que utilizó en el ataque.

El incidente no solo ha afectado a la comunidad del CCH, sino que también ha puesto de manifiesto la complejidad de la autonomía universitaria. La Secretaría de Seguridad Ciudadana de la CDMX acudió al plantel, pero no pudo ingresar debido a la autonomía de la UNAM, limitándose a dar acompañamiento a la ambulancia donde era trasladado el agresor. Esta situación subraya el debate sobre cómo equilibrar la autonomía de las instituciones educativas con la necesidad de garantizar la seguridad de quienes estudian y trabajan en ellas. La violencia estudiantil de este caso demuestra que las barreras institucionales pueden obstaculizar una respuesta rápida y coordinada.
Además de los temas de seguridad y autonomía, el valor agregado de esta tragedia es el recordatorio del preocupante estado de la salud mental entre los jóvenes. El análisis del perfil de redes sociales del agresor, donde publicó mensajes como «Escoria como yo tiene la misión de recoger la basura», apunta a posibles problemas psicológicos o ideologías extremas que no fueron detectadas a tiempo. Este evento debería servir como una llamada de atención para que las instituciones educativas refuercen los servicios de apoyo psicológico y los programas de prevención de la violencia estudiantil, no solo enfocándose en la seguridad física, sino también en el bienestar emocional de sus alumnos.