
Tool volvió a Mexico. A la Ciudad de México. Fue 4,014 días después de la última vez que lo hizo. Cuatro días más y hubieran sido 11 años después, exactamente, de aquel 19 de marzo de 2014. Aunque esta vez fue en un lugar que estuvo a 16.1 kilómetros de distancia de aquella primera ocasión: En la explanada del estacionamiento del Estadio Azteca.
Números. Datos. Eso que le encanta a los fans de Tool, porque con esta banda parece que todo está medido. Que todo está hecho con cálculo y precisión. Porque en su música encuentran lo que no les ofrece una realidad que a veces parece fuera de todo lo razonable. Momentos que encajan misteriosamente con una vida. Notas que calan y se colocan en lo más interno para detonar… lo que sea que tengan que detonarse.

Una banda que salva vidas…
“Es que ésa la escuchaba cuando la cuidaba y me está llegando”, dijo un tipo con las lágrimas en los ojos a su amigo, mientras sonaba “Invincible”. “¡Me salvaste la vida, cabrón!”, gritó otro varias veces a Maynard James Keenan, cuando encontraba silencios entre canción y canción… que no fueron muchos. Sólo unos cuantos, porque “sólo” fueron 12 las que formaron el setlist, pero que dieron para un concierto que duró poco más de dos horas.
Danny Carey, Adam Jones, Justin Chancellor y Maynard James Keenan salieron al escenario a las 9:00 pm. Podemos seguir con presuntas precisiones: salieron justo cuando de la estructura del poco distante estadio Azteca se comenzó a asomar la luna menguante. Una espectacular luna que durante toda la noche acompañó el trance en el que, por veces, cayó más de uno.

Trance. Furia. Delirio. Orgasmo. Nostalgia. Una variedad de sensaciones. Tantas como la variedad de cambios que tienen las canciones de Tool, que llevan de arriba para abajo. Desde lo más alto (y más allá), para después azotar contra el concreto (y más allá)…
Como lo hizo Maynard, cuando, luego de que el público coreó amorosamente su nombre por enésima vez, luego de “Schism”, secamente dijo: “Sí, sé como me llamo. Esto es una jodida locura”… ¿quizás harto de tanto alboroto a su alrededor?, ¿tal vez molesto porque vio que más de uno se voló la regla de “no celulares”?, ¿o simplemente así es él (y así se le ama)? Interpretable.
Con Tool, devoción es la palabra
Lo que no está a interpretación, es lo increíble que se escuchó y se vio todo. Es un hecho. Cosa que algunos dudaron que podía ocurrir (debido a polémicas externas a la banda), pero que ocurrió… porque es Tool y los fans saben que esta banda no es sinónimo de decepción. Nunca lo ha sido y, afortunadamente, esa reputación sigue intacta.
… o quizás habla el que aún no despierta de la emoción de haber visto a Tool “así de cerca” (bastante más de lo que lo hizo en 2014, cuando estuvo hasta arriba”). Aunque, de la misma forma habla el tipo que, devotamente, manejó su auto desde Tabasco hasta la CDMX para ver a su banda favorita por primera vez, aunque con boletos “de los de hasta atrás”.

“Se escuchó magnífico”, me dijo muy propiamente y remarcando que, para él, el héroe de la noche fue Justin Chancellor y la potencia de su bajo… pero también Danny Carey… y Adam Jones… y, claro, Maynard James Keenan. Todos. Todo.
Y devoción es la palabra. Una devoción –irónicamente– desmedida. Tool volvió a México. Casi 11 años después. Y en el intermedio entre la última y esta ocasión hubo una pandemia, un nuevo disco y una que otra gira que no aterrizó en nuestro país…. y, cuando lo hizo, fue entre miedos y dudas.
Pero no importa tiempo, distancias que recorrer o polémicas que ignorar (o sí, para seguir haciendo cálculos, numerología y lanzar hipótesis para justificar presuntas contradicciones), miles ya esperan devotamente que Maynard James Keenan les vuelva a preguntar directamente: “Who are you to wave your finger?”
Setlist:
- Fear Inoculum
- Jambi
- Rosetta Stoned
- Pneuma
- Ænema
- Descending
- Schism
- The Grudge
- Encore
- Chocolate Chip Trip
- The Pot
- Invincible
- Vicarious