
Más de tres décadas después del último capítulo protagonizado por Leslie Nielsen (Naked Gun 33⅓: The Final Insult, 1994), llega una continuación directa de la saga: The Naked Gun (2025). No es un remake, sino un genuino “legacy sequel” que presenta a Frank Drebin Jr., el hijo del icónico Frank Drebin, ahora interpretado por Liam Neeson.
La película es dirigida por Akiva Schaffer (del grupo Lonely Island) y escrita por él junto a Dan Gregor y Doug Mand. Seth MacFarlane y Erica Huggins son los productores principales, con Fuzzy Door Productions como el sello creativo.
Liam Neeson asume el papel con una mezcla curiosa de su característico semblante dramático y un humor deadpan renovado. Aunque no busca emular a Nielsen, adopta ese estilo con convicción: rígido, serio… pero hilarante .
Desde la primera escena, el guion dispara gags absurdos—satíricos, meta, visuales—y Neeson los entrega con un compromiso tan total que algunos críticos incluso sugieren que merece un Óscar por su performance cómica inesperada.
Pamela Anderson encarna a Beth Davenport, una escritora de true crime que llega al filme impulsada por el misterio del asesinato de su hermano. Su personaje rompe estereotipos: madura, carismática, y disruptiva en contraste con el canon hollywoodense convencional.
La crítica la aplaude por su sutileza interpretativa y un estilo natural que se siente casi revolucionario: su evolución tras Baywatch y documentales recientes ha transformado su imagen pública, convirtiéndola en una figura auténtica y resiliente que florece en el humor físico y cultural del filme.
La premisa gira en torno a Drebin Jr. investigando a un magnate tecnológico malvado y su ominoso dispositivo «P.L.O.T. Device». Desde chistes meta sobre O.J. Simpson hasta referencias a movimientos sociales actuales, la cinta se atreve a ser absurdamente políticamente incorrecta mientras gasta parodia de la cultura tech actual.
Con apenas 85 minutos, cada escena está pensada para dar un impacto visual o verbal inmediato sin respiro: un ritmo slapstick elevado, con un ratio de consejo-vistazo que llega a 75 % de aciertos al principio.
La química entre Neeson y Anderson trasciende la pantalla. Ambos han protagonizado gestos que alimentan rumores sobre un romance real: desde una falsa «mordida» y beso fingido en Today Show, hasta una foto en la alfombra roja con sus hijos y un beso en la mejilla en Londres.
Según fuentes cercanas, su vínculo sería “un romance incipiente, sincero y considerado real,” aunque aún sin confirmación pública directa.
People destaca la comedia como revitalizadora de la saga y alabando la dinámica Neeson–Anderson como núcleo central.
The Daily Beast la define como una comedia audaz y absurda, con gags que funcionan a fuego rápido sin pretensiones.
AP News sugiere que, pese al esfuerzo y los guiños nostálgicos, la cinta no alcanza el ingenio cómico de las originales.
The Washington Post coincide: el arranque prometedor decae hacia una parte media más dramática, aunque reconoce su espíritu slapstick intacto.
Homenaje sin perder identidad: Respeto por los clásicos con guiños inteligentes sin caer en repetición vacía.
Química inesperada: Ni Neeson ni Anderson lucen como pareja lógica, pero su conexión desarma prejuicios y genera risas sinceras.
Ritmo implacable: 85 minutos que fluyen sin relleno —ideal para fans del humor vertiginoso y sin complejos.
Renovación de un género casi extinto: Es raro ver hoy en día comedias tan descaradas en contenido y forma; es una joya para amantes del absurdo visual.