
El presidente Donald Trump confirmó que ha autorizado a la CIA a ejecutar operaciones encubiertas en Venezuela, marcando una nueva fase en su estrategia de seguridad contra grupos criminales que operan desde ese país. Durante una rueda de prensa, Trump indicó que “el mar está bajo control”, por lo que ahora analizan actuar “por tierra”. Estas declaraciones han encendido alarmas en el ámbito internacional.
Las operaciones incluyen ataques contra embarcaciones sospechosas en el mar Caribe, en los cuales al menos 27 personas han muerto, incluidos supuestos “narcoterroristas”. Trump afirmó que cada bote destruido representa “vidas estadounidenses salvadas”, aunque no se han presentado pruebas sobre los vínculos criminales de las embarcaciones atacadas. Esto ha generado cuestionamientos sobre la legalidad y legitimidad de las acciones militares en aguas internacionales.
El Congreso de EE.UU., particularmente legisladores demócratas, ha exigido explicaciones al gobierno por el uso de fuerza letal sin procesos judiciales previos. Además, el presidente de Colombia, Gustavo Petro, señaló que algunas víctimas eran ciudadanos colombianos, lo que podría escalar el conflicto diplomático entre naciones.
A pesar de ser cuestionado sobre si autorizó el asesinato de Nicolás Maduro, Trump evadió responder directamente, calificando como “ridícula” la pregunta, sin descartarla por completo. Esto alimenta las especulaciones sobre si Estados Unidos busca un cambio de régimen más agresivo en Venezuela mediante acciones encubiertas.
Analistas en política internacional advierten sobre el impacto geopolítico de estas medidas. Algunos las interpretan como parte de una estrategia electoral y de presión sobre gobiernos alineados a Rusia o China. Otros temen que estas operaciones puedan derivar en una intervención militar directa o una guerra híbrida, afectando la estabilidad regional en América Latina.
La situación sigue en desarrollo, con organismos internacionales y gobiernos latinoamericanos en alerta ante una posible escalada. Mientras tanto, Washington parece decidido a reforzar su presencia y autoridad en el hemisferio, especialmente en zonas donde el crimen transnacional y el narcotráfico tienen fuerte influencia.