
BOSTON (AP).— Expertos, ingenieros y ejecutivos de empresas tecnológicas se congregaron esta semana en Boston para participar en la Cumbre y Exposición Anual de Robótica. Aunque el programa oficial estaba centrado en las nuevas generaciones de robots y avances en inteligencia artificial, el tema de los aranceles comerciales se impuso como preocupación recurrente en los pasillos del evento.
La política arancelaria del presidente Donald Trump, enfocada en castigar productos chinos con tarifas de hasta 145%, se ha convertido en un factor de incertidumbre para el sector. A su vez, China ha respondido con restricciones a materiales clave para la industria tecnológica, como los imanes de tierras raras y algunos minerales estratégicos.
Durante su conferencia magistral, Aaron Saunders, director de tecnología de Boston Dynamics, trató de quitarle peso al tema con humor.
“Soy el CTO, así que no me pregunten sobre aranceles”, bromeó ante una audiencia que respondió con risas. Sin embargo, al salir al área de exhibición, era difícil ignorar las implicaciones económicas de la disputa entre potencias.
Uno de los primeros robots que recibía a los asistentes era un humanoide G1 de la empresa china Unitree. El robot caminaba, saludaba y estrechaba manos, pero su presencia también representaba un ejemplo directo del impacto de los aranceles: su precio base de 16,000 dólares podría alcanzar casi 40,000 en EE.UU. si se aplican las tarifas anunciadas.
Steve Crowe, presidente del evento, reconoció que, aunque los aranceles no estaban en el programa, eran un tema dominante. “Todos hablan de esto, porque nadie sabe con certeza qué pasará”, afirmó.
Temor con fundamento
La preocupación tiene fundamentos sólidos. La fabricación de robots humanoides e industriales depende de una compleja red internacional de suministros. Entre los componentes más afectados están los sensores, semiconductores, baterías y motores eléctricos, que en muchos casos se importan desde Asia.
En especial, los imanes de tierras raras —esenciales para los actuadores de movimiento— están bajo estrictas restricciones por parte del gobierno chino. Elon Musk, CEO de Tesla, advirtió en días recientes que la cadena de suministro para el desarrollo de su robot humanoide Optimus podría verse afectada, lo que retrasaría su producción.
Algunas compañías han optado por ver el entorno como una oportunidad. Agility Robotics, con sede en Oregón, ha comenzado a desplegar su robot Digit en una planta de la firma alemana Schaeffler en Estados Unidos. Su CTO, Pras Velagapudi, señaló que si bien las restricciones han complicado el acceso a componentes, también han fomentado la búsqueda de proveedores nacionales.
Para Al Makke, ingeniero de Schaeffler, los aranceles podrían forzar a muchas compañías a relocalizar sus procesos de manufactura. “Eso implica mayores costos laborales, pero también incentivos para automatizar más. Y ahí entran los humanoides”, indicó.
En este momento, la mayoría de los robots industriales utilizados en Estados Unidos se concentran en la industria automotriz y provienen de Japón, Alemania y Corea del Sur. Según la Federación Internacional de Robótica, la instalación de robots por parte de automotrices estadounidenses creció 9.6% en 2024.
Avances robóticos
Boston Dynamics, propiedad del grupo surcoreano Hyundai, aprovechó la cumbre para presentar avances en su robot Atlas. Sin embargo, no mostró ningún prototipo físico del humanoide, enfocándose en cambio en Spot, su robot cuadrúpedo que ya se utiliza en inspecciones industriales.
A diferencia de Atlas, el robot G1 de Unitree fue el único humanoide activo en la convención. Aunque no está diseñado para tareas pesadas, sí mostró capacidades de interacción con personas. Según Tony Yang, vicepresidente de desarrollo de negocios, sus principales clientes fuera de China son universidades e influencers.
Yang también subrayó que, aunque los aranceles encarecen su producto, la empresa mantiene su estrategia de expansión en el mercado estadounidense a largo plazo. “Esto apenas comienza. Hay mucho potencial en aplicaciones industriales y domésticas”, afirmó.
Otra atracción fue el robot Tennibot, diseñado para lanzar pelotas de pickleball. Su creador, Haitham Eletrabi, explicó que aunque el robot es fabricado en Alabama, muchas de sus piezas son importadas. “Motores, baterías, tornillos… todo eso cruza fronteras”, explicó.
Algunos participantes notaron una creciente cautela entre trabajadores calificados extranjeros. Francesca Torsiello, de la firma de reclutamiento Adapt Talent, dijo que ingenieros canadienses están menos dispuestos a mudarse a Estados Unidos debido al clima político actual.
Es una lástima que la tensión comercial esté afectando tanto a la industria robótica. Los precios de los robots están subiendo y eso puede hacer que muchas empresas se lo piensen dos veces antes de invertir en tecnología nueva. Al final, esto puede frenar el avance que todos queremos ver en innovación y desarrollo.
Es una pena que la tensión comercial esté afectando tanto a la industria robótica. Los precios de los robots están subiendo a niveles que muchos no se podrán permitir. Esto no solo limita el acceso a tecnología avanzada, sino que también podría frenar la innovación en un sector que debería estar creciendo. Hay que encontrar una solución que no perjudique tanto a las empresas y a los consumidores.
Es una lástima que la tensión comercial esté afectando tanto a la industria robótica. Al final, los que más sufren son los consumidores, porque los precios se disparan y se hace más difícil acceder a la tecnología. Deberían buscar soluciones que no perjudiquen a la gente común.