17 DE SEPTIEMBRE DEL 2025 – NACIONAL La tragedia ocurrida en el Puente de la Concordia, en la alcaldía Iztapalapa, ha alcanzado un nuevo y doloroso hito. La Secretaría de Salud de la Ciudad de México (Sedesa) confirmó que el número de personas fallecidas a causa de la explosión de una pipa de gas LP subió a 20. Este lamentable saldo se actualizó a las 10:15 horas del 17 de septiembre de 2025, evidenciando que las secuelas del siniestro siguen cobrando vidas, una semana después del incidente. Las cifras oficiales indican un panorama trágico: de las 31 personas que aún permanecen hospitalizadas, 33 han sido dadas de alta, pero la lista de víctimas mortales no deja de crecer.
La noticia llega tras el reporte emitido la noche anterior, el 16 de septiembre, donde ya se habían contabilizado 19 fallecidos. Este aumento en el número de decesos subraya la gravedad de las heridas sufridas por las personas afectadas. La explosión, que conmocionó a la comunidad, no solo dejó destrucción material, sino que también ha dejado una herida profunda en las familias de las personas fallecidas. Las autoridades de salud mantienen un monitoreo constante de los pacientes hospitalizados, luchando por salvar cada vida que aún se encuentra en riesgo.

Luto y Resiliencia en la Comunidad Afectada
Entre las trágicas víctimas mortales se encuentra Juan Carlos Bonilla Sánchez, un comerciante de 41 años originario de Texcoco. Su caso se hizo conocido en redes sociales, donde se difundió un video que mostraba la gravedad de sus quemaduras. A pesar de los esfuerzos médicos, Juan Carlos no logró sobrevivir. Su fallecimiento ha provocado una ola de lamento y solidaridad en la comunidad digital, que se ha sumado al dolor de su familia y amigos. Historias como la de él nos recuerdan la dimensión humana de la tragedia, lejos de las frías estadísticas.
La comunidad de Iztapalapa, a pesar del luto, muestra señales de resiliencia. Vecinos, voluntarios y equipos de emergencia han trabajado de la mano para atender a los afectados y apoyar a las familias de las personas fallecidas. Los servicios de salud y de protección civil han activado protocolos de atención integral, que incluyen apoyo psicológico para aquellos que han perdido a un ser querido o que han sido testigos de la tragedia. La solidaridad se convierte en el motor que impulsa a la comunidad a superar este difícil momento, demostrando que en la adversidad, la unidad puede ser una fuerza poderosa.
La explosión en el Puente de la Concordia también ha generado un debate sobre la seguridad y el transporte de materiales peligrosos en zonas urbanas densamente pobladas. Expertos en protección civil y seguridad vial han señalado la necesidad de revisar los protocolos de circulación para este tipo de vehículos. La tragedia sirve como un sombrío recordatorio de los riesgos que implican las pipas de gas y otros combustibles, y la urgencia de implementar medidas más estrictas para prevenir futuros desastres. La seguridad pública es una responsabilidad compartida, y este evento resalta la importancia de una supervisión rigurosa por parte de las autoridades.

El gas LP, o gas licuado de petróleo, es una mezcla de hidrocarburos volátiles (propano y butano) que se almacena y transporta bajo presión en estado líquido. Su principal característica es su alta inflamabilidad, lo que lo convierte en un combustible muy eficiente para uso doméstico e industrial, pero también extremadamente peligroso en caso de fuga o explosión. La onda expansiva de una explosión de gas LP, como la ocurrida en Iztapalapa, es capaz de causar daños estructurales severos en un amplio radio y provocar quemaduras de tercer grado a quienes se encuentren cerca. La inhalación de los gases y los vapores tóxicos que se desprenden tras la ignición también pueden generar problemas respiratorios a largo plazo, haciendo que la recuperación sea un proceso largo y complejo para los sobrevivientes.