WILMINGTON (AP).— Imágenes del hijo del presidente Joe Biden con parafernalia de drogas y con el torso desnudo en un baño de burbujas. Mensajes de texto entre Hunter Biden y narcotraficantes. Testimonio de las exparejas de Hunter sobre relaciones destruidas por el consumo de drogas de él.
El juicio de Hunter Biden por cargos de posesión de armas de fuego presentado por el Departamento de Justicia del gobierno de su padre ha puesto de manifiesto detalles sórdidos y vergonzosos sobre el hijo del presidente, todo mientras la primera dama, Jill Biden, observa desde la sala del tribunal en Wilmington, Delaware.
Los fiscales concluyeron su caso el viernes y acusaron a Hunter Biden de mentir cuando aseveró que no era consumidor de drogas en un formulario federal para comprar un arma en octubre de 2018. La defensa podría llamar al menos a un testigo más cuando el juicio se reanude hoy antes que los abogados presenten sus argumentos finales.
Hunter Biden se declaró inocente y acusó al Departamento de Justicia de ceder a la presión política del expresidente Donald Trump y otros republicanos para presentar el caso y cargos separados por evasión de impuestos después que un acuerdo con los fiscales fracasara el año pasado. Hunter Biden ha dicho que no ha consumido drogas desde 2019.
A continuación, algunas conclusiones clave de la primera semana del juicio:
Jill Biden asistió a los procedimientos en el tribunal federal casi todos los días desde que comenzó el juicio el 3 de junio. Se perdió el testimonio del jueves porque estuvo en Francia para asistir a los eventos del aniversario del Día D —el desembarco en Normandía— con el presidente. Voló de regreso para estar presente en el tribunal el viernes.
Se sentó en silencio en la primera fila de la sala detrás de Hunter Biden y escuchó atentamente sin mostrar emociones cuando los fiscales describían a su hijo como una persona falaz e impulsada por las adicciones. Durante las pausas en el testimonio, Jill Biden ocasionalmente habló brevemente con Hunter y se inclinó sobre una barandilla en la sala del tribunal para abrazarlo y besarlo en la mejilla.
Otros miembros de la familia que se presentaron a lo largo de la semana para mostrar su apoyo fueron Ashley, la hermana de Hunter Biden, Valerie Biden, hermana del presidente, y Bonny Jacobs, hermana de Jill Biden.
Ante el estrado
Hunter Biden no ha subido al estrado y no está claro si lo hará. Los miembros del jurado ya han escuchado sus propias palabras sobre lo profunda que fue su adicción a las drogas y al alcohol después que su hermano, Beau, muriera en 2015.
Una pieza central del caso de la fiscalía es la autobiografía de Hunter Biden, “Beautiful Things” (Cosas hermosas), en que el hijo del presidente habla abiertamente sobre su adicción al crack, sus períodos en rehabilitación y sus dificultades para mantenerse libre de drogas.
Los miembros del jurado han escuchado con detalle cómo Hunter Biden buscaba crack en diferentes lugares y aprendía a fumarlo. En un largo extracto reproducido en la sala del tribunal, describió conducir hasta un centro de rehabilitación y ver una enorme lechuza —que pudo haber sido una alucinación— volar sobre su parabrisas.
En otro extracto reproducido en el tribunal, Hunter Biden describió que una vez dejó accidentalmente en un auto alquilado su billetera, que contenía la placa de secretario de Justicia de Delaware de su difunto hermano y una tarjeta de presentación del Servicio Secreto. Un empleado de la empresa de alquiler encontró eso, junto con parafernalia y residuos de polvo blanco en el descansabrazos. El gerente llamó a la policía, que a su vez contactó al Servicio Secreto, que llamó a Joe Biden, escribió Hunter.
No se presentaron cargos por ello. En su libro, Hunter Biden escribió: “A pesar de la especulación en los medios de derecha sobre lo contrario, la policía no fue obligada a abandonar el caso”.
La exesposa de Hunter Biden y otras dos exparejas románticas, incluida la viuda de su hermano, subieron al estrado de los testigos ante los fiscales para detallar lo que sabían sobre su consumo de drogas.
Kathleen Buhle, su exesposa, contó que se enteró que su esposo consumía drogas cuando encontró una pipa para fumar crack en un cenicero en su porche en julio de 2015, un día después de su aniversario.
La viuda de Beau, Hallie, describió haber comenzado a consumir drogas durante su corta y problemática relación romántica con Hunter Biden, y dijo al jurado: “Me arrepiento de ese período de mi vida”. Hallie Biden testificó haber encontrado restos de crack y parafernalia de drogas en el automóvil de él, junto con el arma de fuego que está en el centro del caso.
“Entré en pánico y quise deshacerme de eso”, dijo sobre el arma y las municiones que encontró.
“¿Por qué entró en pánico?”, preguntó el fiscal.
“Porque no quería que él se hiciera daño y no quería que mis hijos la descubrieran y se hicieran daño”, respondió Hallie Biden. Puso el arma en una bolsa y la arrojó a un cubo de basura en una tienda de comestibles cercana. Un hombre que recogía desperdicios reciclables la encontró y al final la entregó a la policía.
Una tercera mujer, Zoe Kestan, contó al jurado que conoció a Hunter en diciembre de 2017 en un club de striptease de Nueva York donde ella trabajaba. Contó que cuando se hospedó con él en un hotel, Hunter Biden fumaba crack quizá cada 20 minutos.
Kestan reconoció que no tuvo contacto con él en octubre de 2018, período en que él compró el arma. Pero dijo al jurado que Hunter Biden consumía drogas el mes siguiente.
Los fiscales también mostraron al jurado varias fotografías muy personales tomadas con el teléfono de ella de Hunter Biden dormido, en un baño de burbujas y, en algunas, desnudo o censuradas con una caja negra.
Pruebas
La defensa argumentó en un expediente presentado el viernes que los fiscales no han logrado aportar pruebas de que Hunter realmente consumiera drogas en los 11 días en que tuvo el arma.
“Fue solo después que tiraran el arma y del estrés que le siguió… que el gobierno pudo encontrar el mismo tipo de evidencia de su consumo —como fotos y uso de jerga de drogas— que hizo que recayera en las drogas”, escribió el abogado defensor Abbe Lowell.
A lo largo del juicio, la defensa ha tratado de poner en duda las remembranzas de los testigos de la acusación, y los ha presionado sobre su recuerdo de los hechos.
Lowell ha planteado otras posibles razones para los grandes retiros de efectivo para contrarrestar la aseveración de que su cliente utilizaba el efectivo para comprar drogas. Lowell preguntó a los investigadores si Hunter Biden podría haber retirado dinero en efectivo para pagar la matrícula de sus hijos, la vivienda o la pensión alimenticia, y señaló que las autoridades no habían realizado un examen financiero forense para rastrear el dinero.
El viernes, la defensa llamó al estrado a la hija de Hunter Biden, Naomi Biden, quien testificó sobre visitar a su padre cuando estuvo en un centro de rehabilitación en agosto de 2018, meses antes de la compra del arma, y le dijo que estaba orgullosa de él. El testimonio que detalla un almuerzo con su novio, su padre y su compañero de vida libre de drogas parecía diseñado para mostrar que Hunter Biden había superado su adicción durante ese período.
Pero los fiscales rápidamente presionaron a Naomi Biden sobre los detalles que presenció sobre su adicción y el comportamiento de su padre cuando lo vio brevemente en octubre después de que él comprara el arma.
Los fiscales leyeron textos muy personales entre padre e hija, incluyendo una súplica que ella hizo para verlo y la respuesta de él sobre que estaba siendo injusto, y que los dejó a ambos emocionados cuando ella dejó el estrado de los testigos.
La defensa había dicho anteriormente que planeaban llamar como testigo al hermano de Joe Biden, James. El viernes, el abogado de Hunter no descartó llamar a un testigo más, pero no estaba claro quién podría ser. El testimonio de otros miembros de la familia podría abrir la posibilidad que se presenten al jurado más mensajes personales.
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