
21 DE JULIO-Durante su participación en la Mañanera del Pueblo, Claudia Sheinbaum fue contundente al calificar como “un acto fascista” la quema de libros que ocurrió en una librería dentro de Ciudad Universitaria. Esto sucedió durante la marcha del día anterior contra la gentrificación en la Ciudad de México, donde un pequeño grupo de manifestantes se infiltró para provocar disturbios. Sheinbaum lamentó que se usen causas sociales legítimas como excusa para cometer agresiones culturales.
Defiende el valor de los libros como herramienta de transformación
La también exjefa de Gobierno señaló que solo los regímenes fascistas han utilizado la quema de libros como método para imponer sus ideas y callar voces. Subrayó que este tipo de actos no representa el espíritu de lucha ni la intención de la mayoría de quienes se movilizan contra la gentrificación, sino que responde a intereses ajenos al verdadero cambio social. “Los libros son parte de la libertad, no del enemigo”, afirmó.
El incidente ocurrió en una de las librerías de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), donde varios ejemplares fueron quemados y se causaron daños materiales. La comunidad universitaria, escritores y académicos también expresaron su rechazo al atentado, resaltando que las universidades deben ser espacios de diálogo, no de censura ni destrucción.

Sheinbaum aprovechó para llamar a la reflexión y al respeto por los espacios educativos, así como a no perder de vista el objetivo de los movimientos sociales. Aseguró que la protesta por la gentrificación tiene fundamentos válidos y merece atención, pero no puede ser desvirtuada por acciones extremistas que solo dañan la causa. “Una marcha pierde sentido cuando se convierte en agresión”, puntualizó.
Desde distintos sectores de la sociedad, se han comenzado a pedir medidas legales contra quienes atentaron contra la librería, y también se ha propuesto reforzar la seguridad en espacios universitarios sin criminalizar la protesta. El debate crece entre quienes piden justicia por el acto vandálico y quienes temen que se use este hecho para deslegitimar la lucha vecinal contra el despojo urbano.
Lo que no se ha discutido a fondo es la creciente infiltración de grupos ajenos a los movimientos sociales en marchas pacíficas, cuyo objetivo es provocar violencia y desvirtuar los reclamos ciudadanos. Este fenómeno ha sido identificado en protestas feministas, ambientalistas y ahora en la lucha contra la gentrificación. La exigencia de estrategias claras para diferenciar la protesta legítima de la provocación organizada se vuelve urgente para no criminalizar la movilización, pero tampoco permitir impunidad.
