
21 OCTUBRE 2025-INTERNACIONAL-La conservadora Sanae Takaichi ha hecho historia al ser elegida como la primera mujer en ocupar el cargo de primera ministra de Japón. Su llegada al poder marca un cambio importante en un país tradicionalmente patriarcal, donde los espacios políticos y laborales siguen dominados por hombres de edad avanzada. Sin embargo, su perfil ideológico —de línea dura— despierta inquietudes tanto dentro como fuera del país.
La nueva líder asume el mando en medio de una situación compleja: una economía debilitada, divisiones políticas profundas y la próxima visita del presidente estadounidense Donald Trump. En este contexto, Takaichi promete medidas económicas audaces, aunque sus propuestas generan debate. Su postura de aumentar el gasto y reducir impuestos preocupa a los sectores más prudentes, sobre todo en un país que enfrenta inflación y un alto costo de vida.
Un liderazgo marcado por el conservadurismo
Sus posiciones políticas han sido calificadas como profundamente conservadoras. Takaichi defiende la revisión de la Constitución pacifista japonesa, visita un santuario que honra a criminales de guerra y se opone al matrimonio entre personas del mismo sexo. Además, respalda la idea de que las parejas casadas mantengan un solo apellido, un tema que divide a la sociedad japonesa.

Estas posturas también podrían tensar las relaciones internacionales. Su visión crítica hacia China y su cercanía a posturas nacionalistas generan incertidumbre en un entorno regional ya sensible. Analistas prevén que su gobierno intentará fortalecer la defensa nacional, aunque eso podría dificultar los equilibrios diplomáticos con sus vecinos asiáticos.
Desafíos económicos y sociales inmediatos
Entre los primeros retos de Takaichi está frenar el aumento de los precios. Productos básicos como el arroz han duplicado su costo en un año, lo que afecta directamente al consumidor promedio. A esto se suma la baja natalidad, el envejecimiento poblacional y una creciente resistencia a la inmigración, temas que amenazan el futuro económico del país.
Su llegada también coincide con una crisis de confianza dentro del Partido Liberal Democrático (PLD). Tras varios escándalos financieros y derrotas electorales, el PLD perdió su mayoría parlamentaria y su tradicional socio de coalición, Komeito. Para mantenerse en el poder, Takaichi negoció una alianza con el Partido de Innovación de Japón (Nippon Ishin), una agrupación con tintes nacionalistas que comparte su visión conservadora.
El acuerdo incluye compromisos como reducir en un 10% el número de legisladores y reforzar el control migratorio. Sin embargo, Nippon Ishin también busca impulsar el desarrollo de Osaka como “segunda capital” del país, lo que podría generar tensiones dentro del propio gobierno. Aun así, ambos partidos esperan que esta nueva alianza estabilice el panorama político japonés.

Un punto adicional que ha llamado la atención de observadores internacionales es el posible impacto de la administración Trump sobre Japón. Las políticas arancelarias del mandatario estadounidense han sacudido la economía asiática, y el nuevo liderazgo japonés deberá manejar con cautela su relación con Washington para evitar repercusiones económicas más severas.
Japón se encuentra en una etapa clave para redefinir su papel global. Expertos sostienen que, si Takaichi logra equilibrar sus posturas conservadoras con una agenda social inclusiva y medidas económicas sostenibles, podría consolidar no solo su gobierno, sino también una nueva era política en el país. Su desafío no será menor: deberá demostrar que el liderazgo femenino puede coexistir con firmeza ideológica sin poner en riesgo la estabilidad regional.






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