
El empresario rechaza señalamientos de misoginia y lanza cuestionamientos a la presidenta
El empresario Ricardo Salinas Pliego respondió a los señalamientos de Claudia Sheinbaum, presidenta de México, quien lo acusó de actitudes misóginas y machistas hacia las escritoras Sabina Berman, Denise Dresser y Vanessa Romero.
A través de la plataforma X, el dueño de Grupo Salinas rechazó las acusaciones y señaló al actual gobierno de utilizarlo como “distractor político”. En su publicación, se dirigió directamente a Sheinbaum: “Presidente Sheinbaum: Hoy me obliga de nuevo a responderle, de presidente a presidente. No es nuevo que su administración me use como distractor”.
Salinas acusa linchamiento político desde el gobierno
En su mensaje, Salinas Pliego cuestionó que desde el Ejecutivo se permita que se le señale como «oligarca», «corrupto» y «evasor», sin presentar pruebas, mientras se exige evidencia a quienes critican al actual régimen. Además, acusó una posible intervención del gobierno en la Suprema Corte, afirmando que se le persigue por consigna política.
«¿Por ser hombre debo tolerar abusos de poder, insultos y linchamientos públicos?», cuestionó.
Crítica directa a las prioridades del gobierno
El empresario también reprochó lo que considera un desenfoque de prioridades por parte de Sheinbaum. “Mientras usted defiende a quienes me atacan, México enfrenta crisis graves: crecimiento del narcotráfico, contrabando, robo de combustible, desmantelamiento institucional y una economía debilitada por el derroche”, expresó.
Como parte de su mensaje, señaló: “Esta semana, tres niñas fueron asesinadas, incluida una de 13 años desmembrada. ¿Dónde está su indignación feminista?”.
🗣️ Comentario editorial de Ola Noticias
No es que Ricardo Salinas Pliego esté del todo mal. Hay algo de razón en lo que dice cuando señala la doble vara con la que se mide la crítica en este sexenio y el pasado. La 4T, Morena y ahora el gobierno de Claudia Sheinbaum tienen por costumbre denostar a quienes no piensan como ellos, lanzando acusaciones generalizadas, muchas veces sin sustento. Les incomoda el disenso, pero reaccionan con indignación cuando la crítica va dirigida hacia su propio actuar aun y cundo vaya acompañada de pruebas.
Lo paradójico es que, mientras llaman “misógino”, “oligarca” o “corrupto” a cualquiera que cuestione el discurso oficial, se escandalizan si alguien les devuelve la crítica con argumentos. Y si el crítico es visible, influyente o incómodo, no es raro ver que venga detrás una campaña de linchamiento mediático o persecución institucional. En democracia, disentir no debería ser delito ni motivo de odio; debería ser una señal de salud pública y libertad.