La congregación religiosa de los Salesianos celebró este fin de semana en la fronteriza ciudad de Tijuana el Día de San Juan Bosco en conmemoración del aniversario de su fallecimiento, que ocurrió el 31 de enero de 1888, en la que madres, adultos y niños migrantes tuvieron una participación importante.
Las familias migrantes que se encuentran albergadas en cada uno de sus espacios se reunieron en el Oratorio San Juan Bosco, ubicado en la zona este de la ciudad, una de las más marginadas de Tijuana, en donde iniciaron las festividades con una procesión en la que las personas migrantes y voluntarios estuvieron compartiendo cantos.
Presencia de más de 37 años
Claudia Portela, administradora del Proyecto Salesiano en Tijuana, detalló que la congregación Salesiano tiene presencia en esta ciudad desde hace más de 37 años y comenzó luego de que en una misión de expedición detectara que mucha gente ya comenzaba a venir al norte de México para intentar cruzar a Estados Unidos.
“La presencia salesiana en la frontera era (para intentar) llegar a los migrantes, que en ese entonces solamente eran mexicanos que iban por el sueño americano y que muchas veces ya habían sido deportados”, resaltó.
Entonces los salesianos se comenzaron a instalar en la periferia de la ciudad, en donde la gente se asentaba y comenzaba a levantar sus casas y viviendas, y era ahí donde tenían la atención directa.
Integración a la sociedad
Portela destacó que generar la participación de los migrantes en las actividades que realizan es una forma de reinsertarlos en la sociedad y de que sean copartícipes de ello.
“Nosotros recibimos tanto a mexicanos como extranjeros y la idea es que se sientan justamente en un clima de familia y en una Tijuana que es migrante”, apuntó.
Para la mujer, esta es una de las maneras en que se puede lograr que los migrantes se integren a la sociedad en la que llegan y luego se inserten en la vida laboral y la educación, pues debe haber un ambiente en el que se sientan respetados, en dignidad, valorados y respetados sus derechos humanos.
Agradecen el albergue
Una madre migrante originaria del estado de Michoacán, que prefirió omitir su identidad, dijo que en este proyecto los han recibido “muy bien”.
“Nos han atendido muy bien, nos dieron la mano, nos han dado un techo, un plato de comida y eso uno lo agradece a las personas”, expresó.
Otra madre migrante originaria de Colombia que también resguardó su identidad, compartió que tuvo que salir de su país porque fue testigo de un asesinato y Ecuador la acogió, pero con todo el conflicto que se vive en ese país tuvo que salir huyendo también de ahí.
Pero gracias a Dios me trajeron aquí (al albergue Don Bosco) y por fortuna las personas son muy lindas, muy acogedoras. Es difícil cuando uno viene de dejar todo y cargar solo dos mudas de ropa; los mexicanos son muy acomedidos”, dijo.
Julio Córdoba, originario de Ecuador, señaló que salió hace un año de su país debido de la violencia y el crimen organizado, quienes lo secuestraron en cinco ocasiones distintas y por ende tuvo que escapar para cruzar a Estados Unidos, pero se dijo afortunado de haber llegado a esta congregación en donde ahora es voluntario.
“Nosotros como migrantes estamos de pasadita, pero echamos la mano, echamos las ganas y la fuerza para atender a todas las personas con amor, cariño y pasión y me siento bien y contento en ese albergue y estoy retribuyendo”, puntualizó.
Con información de EFE
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