
Por Daniel Zovatto
Para ir cerrando un domingo cargado de noticias geopolíticas, se confirma la renuncia de Mauricio Claver-Carone como enviado especial del expresidente Donald Trump para América Latina. Según informó Bloomberg, dejará su cargo este mes para reincorporarse al sector privado, concretamente como codirector del Fondo LARA, una firma de capital privado con sede en Miami.
No obstante, su salida no responde únicamente a razones formales. De acuerdo con el portal La Política Online, Claver-Carone habría tenido fuertes diferencias con el actual secretario de Estado, Marco Rubio, quien concentra cada vez más poder en el diseño de la política exterior del segundo mandato de Trump.

Aunque oficialmente se argumenta que su salida se debe al límite legal que impide a funcionarios especiales del gobierno ejercer funciones por más de 130 días sin la confirmación del Senado, fuentes políticas apuntan a un creciente aislamiento del exdirector del BID dentro del círculo diplomático trumpista.
Claver-Carone, abogado cubanoamericano, tuvo un rol destacado durante la primera administración Trump (2017–2021) como director senior para Asuntos del Hemisferio Occidental en el Consejo de Seguridad Nacional. En 2020 fue nombrado presidente del Banco Interamericano de Desarrollo, convirtiéndose en el primer estadounidense en ocupar ese cargo, gracias al impulso directo de Trump. Su gestión, sin embargo, terminó de forma abrupta en 2022 tras una investigación interna que reveló una supuesta relación sentimental con una subordinada y beneficios económicos indebidos, lo que motivó su destitución por violaciones al código ético de la institución.
Con su salida, se reconfigura parte del equipo latinoamericano de Trump, en un momento clave de tensiones hemisféricas, negociaciones comerciales con China y creciente protagonismo de actores como Brasil, México y Colombia. La atención ahora estará puesta en quién ocupará su lugar en este delicado tablero regional.
Parece que la salida de Claver-Carone podría traer un cambio en la forma en que se manejan las relaciones con América Latina. Es bueno ver que hay diferencias y que no todos están de acuerdo en cómo se deben hacer las cosas, pero también da un poco de miedo pensar en quién podría venir a ocupar su lugar y si será mejor o peor. La política siempre es un juego complicado.