Una maestra de primaria en México ha alertado sobre un problema creciente en las aulas: niños de tan solo 3, 4 y 5 años que están recreando juegos de la popular serie de Netflix El Juego del Calamar. La docente compartió su preocupación a través de un video en TikTok, en el que relató cómo algunos de sus alumnos imitaron el juego Muévete, luz verde, una dinámica de la serie que involucra violencia, generando un intenso debate sobre el impacto de los contenidos audiovisuales en los menores.
Según la maestra, el juego fue introducido por un niño que, aparentemente, había visto la serie y enseñó las reglas a sus compañeros. La docente expresó su incomodidad al ver que niños tan pequeños están expuestos a contenido clasificado para mayores de 16 años, cuestionando cómo es posible que los menores tengan acceso a una producción tan violenta.
El Juego del Calamar ha sido un fenómeno global desde su estreno en 2021. La serie surcoreana, que combina elementos de suspenso, drama y crítica social, presenta juegos infantiles con consecuencias mortales. A pesar de estar clasificada para adultos, su popularidad ha trascendido las barreras de edad, llegando incluso a los más pequeños a través de redes sociales, memes y adaptaciones en aplicaciones móviles.
Uno de los juegos más populares de la serie, Muévete, luz verde, se viralizó rápidamente. Varias aplicaciones recrearon esta dinámica, haciendo más fácil que los niños accedieran a ella. La maestra destacó que muchos de los menores que imitaron este juego no comprenden su trasfondo violento, lo que agrava aún más la situación.
La docente no solo criticó la serie, a la que calificó de «horrenda» tras ver la primera temporada, sino que también señaló a los padres como los principales responsables. Según la maestra, los adultos deben tomar un papel más activo en la supervisión de lo que ven sus hijos, especialmente en plataformas de streaming y redes sociales. Además, recalcó que el consumo de contenido inapropiado puede afectar el desarrollo emocional y social de los niños, y alterar su comportamiento dentro y fuera del aula.
Este caso se convierte en un llamado de atención para reflexionar sobre el acceso de los menores a contenidos no aptos para su edad, así como la responsabilidad de padres, escuelas y plataformas de proteger el bienestar emocional y social de los niños.