
Poza Rica, Veracruz. — El desbordamiento del río Cazones sorprendió a cientos de familias durante la madrugada de este jueves, dejando a su paso calles inundadas, viviendas anegadas y una ciudad en estado de emergencia. Las lluvias torrenciales provocaron que el caudal del río superara los niveles críticos, rebasando los 4 metros y saliéndose de su cauce en distintos puntos de la ciudad. Las colonias más afectadas —entre ellas La Florida, Quebradora, Granjas y Lázaro Cárdenas— reportan severas afectaciones, con familias atrapadas en los techos de sus casas esperando ser rescatadas.
Vecinos desesperados comenzaron a utilizar redes sociales para solicitar ayuda. En videos difundidos desde las primeras horas del día, se observan familias enteras —incluyendo adultos mayores y niños— refugiadas en las azoteas, rodeadas por agua lodosa que continúa subiendo. «No pudimos salir a tiempo. El agua nos tomó por sorpresa. Estamos en la azotea, ya sin comida», escribió una vecina de la colonia Prensa Nacional. Ante esto, elementos del Ejército y Protección Civil desplegaron operativos de rescate con lanchas y vehículos especiales.

El Gobierno del Estado activó el Plan DN-III-E y habilitó al menos tres refugios temporales, entre ellos la Casa del Migrante y la Casa de Cultura. Estos espacios han comenzado a recibir a personas desplazadas por las inundaciones, mientras otras tantas permanecen incomunicadas. La gobernadora Rocío Nahle confirmó que hasta el momento no hay víctimas mortales, pero reconoció que la situación es crítica y evoluciona minuto a minuto. La prioridad, afirmó, es «salvaguardar la vida de la población afectada».
Mientras tanto, las clases fueron suspendidas en 58 municipios del norte de Veracruz, como medida preventiva. En Poza Rica, el transporte público ha colapsado y las principales avenidas permanecen intransitables por el nivel del agua. La Comisión Nacional del Agua (CONAGUA) informó que las lluvias continuarán en las próximas horas y pidió a la población extremar precauciones, especialmente a quienes viven cerca de cuerpos de agua.

El panorama es desolador: calles convertidas en ríos, vehículos flotando, electrodomésticos perdidos y hogares deshechos por el lodo. Pero entre el desastre emergen también actos de solidaridad. Jóvenes voluntarios ayudan a evacuar a personas mayores, y grupos ciudadanos han comenzado a recolectar víveres, ropa y medicamentos. El DIF municipal ya habilitó centros de acopio para canalizar la ayuda humanitaria.
Poza Rica, una ciudad resiliente y trabajadora, enfrenta una de sus pruebas más duras en los últimos años. Hoy, el llamado es claro: se necesita apoyo urgente, tanto del gobierno como de la sociedad civil. Mientras las aguas no bajen y el riesgo siga presente, muchas familias seguirán esperando —en las azoteas o en refugios— que alguien les tienda la mano. La ciudad está bajo el agua, pero aún no pierde la esperanza.
