
Portugal afronta, a 30 de julio de 2025, una de las peores olas de incendios forestales del año, agravada por una crítica falta de medios aéreos disponibles justo cuando más se necesitan.
Las regiones del centro y norte, especialmente Arouca y el Parque Nacional de Peneda-Gerês, son los epicentros de los incendios más virulentos. Vientos cambiantes y temperaturas que rozan los 40 °C dificultan sobremanera las labores de control.
Actualmente hay cerca de 40 incendios activos y unos 1 800 operativos luchan día y noche en condiciones que recuerdan la crisis del año pasado, aunque aún no alcanza su gravedad .
El plan DECIR (Dispositivo Especial contra Incendios Rurales) establecía la operatividad de 76 aeronaves, pero el país solo cuenta con 71 debido a un concurso internacional desierto del Ministerio de Defensa.
La situación ha generado fuertes críticas de alcaldes de zonas rurales, quienes resaltan que en territorios muy accidentados, sin apoyo aéreo, la extinción en superficie resulta casi imposible.
La ministra del Interior, Maria Lúcia Amaral, minimizó el impacto de no alcanzar el número previsto, argumentando que las cifras “no son relevantes” en terrenos complicados.
Sin embargo, minutos después el secretario de Estado Rui Rocha matizó sus declaraciones y afirmó que los medios aéreos “son esenciales”, revelando planes de incorporar dos aeronaves adicionales el 1 de agosto y la contratación de otras tres más.
El Alentejo se presenta como una de las regiones más vulnerables, con municipios como Grândola, Ourique y Moura operando sin ningún helicóptero disponible, lo que ha generado alarma entre autoridades locales.
Más de 1 800 efectivos, 39 medios aéreos según otras fuentes, y más de 3 600 bomberos operan en las zonas más afectadas del país.
El incendio en Arouca concentra el despliegue más crítico: decenas de operativos, evacuaciones de pueblos enteros y cierre de senderos turísticos como los Pasadillos del Paiva.
Aunque la magnitud por ahora no alcanza el desastre de septiembre de 2024 —cuando Portugal declaró zona catastrófica por más de 71 000 hectáreas arrasadas en pocos días—, la situación está al límite. Las lecciones del pasado siguen vigentes mientras el país recela repetir sus errores.