
SISTEMA DE CUEVAS AKTÚN TUYUL (AP).— El biólogo Roberto Rojo rema entre un mar de basura. Bajo el techo semiabierto de un cenote, él y un grupo de voluntarios empujan un kayak verde sobre el agua y llenan pesadas bolsas con botellas de cerveza, tubos de plástico, rejillas metálicas, botellas de PET de refrescos de cola, tablas de madera podrida e incluso una impresora.
“Hay bolsas con cosas que no quisiera saber qué es”, dice Rojo desde el kayak.
A él y a muchos otros les preocupa que ese sea el destino que aguarda a cientos de cenotes, cavernas, lagos y ríos subterráneos a lo largo de las vías del Tren Maya.
“No es el tren, sino todo lo que está jalando el tren, porque el tren está lleno de desarrollos urbanos, de desarrollos hoteleros”, explica por su parte el ingeniero y experto en agua Guillermo D. Christy. “Entonces, más que venir a resolver un problema, vienen a incrementar un gran problema”.
Millones de turistas llegan cada año a la región y eso afecta a todo el sistema hídrico, ya que la industria extrae grandes cantidades de agua. Además, la falta de un sistema de drenaje adecuado hace que parte de las aguas negras terminen en el acuífero, lo que mata peces y otros animales endémicos. En 2022, las autoridades descubrieron que el agua de más de una decena de cenotes cercanos a la ciudad de Tulum estaba contaminados con la bacteria E. Coli.
El año pasado, la organización ambientalista Va por La Tierra estimó que el 95% de los cenotes en el estado de Yucatán ya estaban contaminados por la falta de un sistema de drenaje adecuado. Bernardette Carrión, instructora de buceo, dice que los turistas que admiran el esplendor de las cuevas “se están bañando en caca”.
El sistema subterráneo está conectado con el mar, por lo que los desechos se filtran al océano, donde los científicos dicen que alimentan a las algas marinas que se acumulan en las costas del Caribe, lo que ocasiona otros peligros ambientales y para la salud.
Roberto Rojo y un grupo de voluntarios crearon la organización “Cenotes Urbanos” en Playa del Carmen para limpiar el acuífero, cueva por cueva, una lucha titánica.
“Se trata de devolver la dignidad a estos espacios que tuvieron los últimos miles de años y que de pronto los estamos convirtiendo en basureros, en cloacas, en drenajes”, dice el biólogo.
Pero es la batalla de David contra Goliat para los voluntarios de la organización, una que temen se vuelva más difícil a medida que la contaminación se expande a áreas hasta ahora rurales con el Tren Maya. La amenaza se suma a la contaminación ya provocada por las granjas de cerdos y las plantaciones masivas de soja que proliferan en la región.
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