
“La muerte del papa Francisco es, paradójicamente, un alivio para el gobierno de México, cuando menos durante casi tres semanas, que es cuando se elegirá a un nuevo jefe de la Iglesia católica”, consigna Raymundo Riva Palacio este martes 22 de abril y explica por qué.
Y tal aseveración no pasa desapercibida, pues ocurre precisamente el mismo día que la presidenta Claudia Sheimbaum Pardo anuncia que no asistirá al funeral del sumo pontífice.
Lejos quedaron aquellos días de 2024 cuando, en campaña, tuvo tal urgencia por reunirse con él y dejar una foto de constancia, rumbo a la presidencia de un país donde el 77.7% mayoría profesa la religión católica, de acuerdo con el Censo de Población y Vivienda 2020 del Inegi.
Incluso en la conferencia mañanera de ayer lunes describió su encuentro con Jorge Mario Bergoglio como “muy emotivo”, pero ahora mandará a la secretaria de Gobernación, Rosa Icela Rodríguez a las exequías, en su representación.
En este sentido el analista indica que ahora la mandataria “no necesita” mantener buena relación con el Vaticano: “Para eso están los programas sociales, donde el materialismo inmediato opaca la fe”.
En su artículo “La muerte que convino a Palacio”, publicada hoy martes en El Financiero, el también periodista explica por qué sería un alivio la fallecimiento del papa Francisco para el gobierno de México.
México mantiene una “mala relación” con el Vaticano: Riva Palacio
“Francisco, un jesuita con un interés personal en el tema de la inseguridad y la democracia, fue una molestia para el régimen, que se tradujo en tensiones permanentes con el Episcopado Mexicano.
“La tirantez pública entre el expresidente Andrés Manuel López Obrador y sus representantes se disipó con la presidenta Claudia Sheinbaum, pero la mala relación con el Vaticano se mantiene”, apunta el analista político.
Y agrega que “México era uno de los países en donde tenía grandes preocupaciones. Consideraba a López Obrador como uno de esos populistas que llevaban al país a la autocracia, y en el Vaticano pensaban que sería igual con Sheinbaum”.
Apenas el año pasado, en Trieste, Francisco afirmó que “la democracia no goza de buena salud en el mundo actual”, y calificó como “la escoria de la ideología” a las políticas populistas que “son seductoras”, agregó.
Riva Palacio explica que por ello, meses antes de la elección presidencial se formó un grupo de trabajo de las principales diócesis del país, que enviaba semanalmente un documento a los 92 mil sacerdotes en el país con líneas generales para ser incluidas en sus homilías, como parte de una política marcada desde el Vaticano.
“No hicieron un llamado a votar contra Sheinbaum, pero buscaron concientizar a los católicos para que pensaran en otras opciones”, señala.
Su paso reformador como jefe de más de mil millones de católicos enfrentó las resistencias de una fuerte corriente conservadora dentro de la misma Iglesia, “encabezada por el cardenal estadounidense Raymond Leo Burke y de gobiernos autócratas a los que también enfrentó”.
Por qué la muerte del papa Francisco sería “un alivio para el gobierno de México”
“La muerte de (el papa) Francisco convino políticamente al régimen. Francisco era de verdad en su opción por los pobres, no un farsante. En Trieste pidió alejarse de ‘la polarización que empobrece’, y descalificó las políticas sociales clientelares, enemigas de la democracia, que deshumanizan y hacen inútil a la gente. Sin hablar directamente de López Obrador, le había hecho un traje a la medida”.
El periodista hace una retrospectiva de cuando llegó López Obrador a la Presidencia, pues Jorge Mario Bergoglio ya era papa, y desde el principio mostró poco interés en tener buenas relaciones con la Iglesia católica, negándose reiteradamente a reunirse con sus líderes.
En una parte del texto explica lo que, según su opinión, “molestó tanto por años”:
“La visión progresista de Francisco contravino la visión conservadora de López Obrador, que heredó a Sheinbaum la frialdad con la Iglesia católica. Uno de los puntos más álgidos fueron las críticas del régimen al papel de los jesuitas, que buscaban el esclarecimiento del crimen contra los normalistas de Ayotzinapa”.
También recuerda que finales de 2023, acusó a Mario Patrón, abogado y exdirector del Centro de Derechos Humanos Miguel Agustín Pro, de abogar por los 43 jóvenes al tiempo de defender los derechos humanos de quienes los desaparecieron, lo que fue desmentido por los jesuitas.
Y señala que AMLO al ser “incapaz de resolver el crimen, buscó distraer con difamaciones a los jesuitas y organizaciones de derechos humanos, que decían internamente que sólo estaban lucrando política y económicamente con los padres de las víctimas”.
Pero observa que el punto de quiebre con los jesuitas llegó a mediados de 2022 por el asesinato de dos de sus sacerdotes en la Sierra Tarahumara, cuando señaló que había religiosos “’que no siguen el ejemplo del papa Francisco’, acusándolos falsamente de callar la violencia del pasado”.
Así perjudica la violencia en Méxicoa sacerdotes
Francisco estuvo siempre muy pendiente del tema de la inseguridad, y de manera regular iba una comisión de obispos a Roma para informarle el estado de cosas, indica Riva Palacio.
Ya que las noticias siempre eran malas, pues de acuerdo con el informe anual del Centro Católico Multimedial, durante el sexenio de AMLO asesinaron a 10 sacerdotes, 2 desaparecieron, se registraron cerca de 900 extorsiones y amenazas de muerte contra miembros de la Iglesia católica, y cada semana 26 templos fueron atacados, profanados y asaltados,
El día de Claudia Sheinmbaum firmó el Compromiso por la Paz… sin coincidir
Además, señala que el “enfrentamiento de la Iglesia católica con López Obrador condicionó a Sheinbaum, que en marzo del año pasado acudió a una convocatoria del Episcopado Mexicano para firmar, junto con otros candidatos presidenciales, un acuerdo de paz.
Lo hizo, pero aclaró que no coincidía con los planteamientos, en particular sobre la militarización del país, que negó existiera. “Hecho que en el Episcopado se tomó como una descortesía”.
Es increíble cómo se puede hablar de la muerte de alguien de esa manera. No importa si se trata de un líder religioso o de cualquier persona, desear que alguien muera para que otros se sientan más cómodos es muy poco humano. La vida de las personas debería ser respetada, y este tipo de comentarios solo muestran una falta de empatía. Creo que hay que ser más cuidadosos con lo que decimos, especialmente sobre temas tan delicados.