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Cancún, Q. R
Una acalorada disputa en un exclusivo restaurante de la zona hotelera de Cancún ha encendido el debate en redes sociales sobre la cultura de la propina y la actitud de algunos comensales de «alto nivel». El incidente, que tuvo lugar en el restaurante RosaNegra, conocido por sus altos costos, involucró a una pareja que, tras disfrutar de una cena ostentosa, intentó dejar una propina de solo $100 pesos sobre una cuenta que superaba con creces los $5,000 pesos. La anécdota, que circula ampliamente en páginas de crítica y noticias locales, pone el foco en la incongruencia entre el consumo de lujo y la voluntad de pagar por el servicio.
Según la redacción original difundida en redes, la pareja se comportó como los típicos «clientes de Instagram»: pidieron platillos costosos como arrachera y pulpo, consumieron gin tonics y shots, y se dedicaron a posar para sus historias, proyectando una imagen de opulencia y lujo desenfrenado. Sin embargo, el glamour se esfumó en el momento en que el mesero presentó la cuenta. La reacción del hombre ante el cargo del 15% de propina sugerida, que es habitual en este tipo de establecimientos en Cancún, fue de abierta hostilidad, cuestionando quién había «autorizado» dicha inclusión, en un tono que fue descrito como si estuviera negociando un presupuesto de gran envergadura.
Al serle explicado que el 15% es la política de servicio del lugar, el hombre llevó la situación a un extremo al sacar solo $100 pesos como propina. Esta cifra, que no cubre ni el costo de un agua embotellada en el mismo restaurante, fue vista como una ofensa directa y una «limosna» ante una cuenta que rozaba los $5,000 pesos. La respuesta del personal fue firme y necesaria, según el relato: «Mire, o deja el 15% o mejor no deje nada. Pero no venga a humillar», una frase que desató una confrontación mayor en el lujoso establecimiento de Cancún.
El Debate de la Propina Incluida y la Defensa del Servicio
Tras ser encarado por su acción, el cliente, de quien se dice que presumía tarjetas «negras» y relojes caros, inició un verdadero «show». Amenazó con denunciar al establecimiento ante la Procuraduría Federal del Consumidor (PROFECO) y con levantar quejas por «abuso» y «derechos del consumidor». La postura del texto original, y la que ha resonado en el debate público en Cancún, es clara: se considera «abusivo» y una «humillación» exigir un trato VIP y consumir productos de lujo, para luego negarse a pagar por el servicio, que constituye el sustento de los trabajadores del sector turístico.
La controversia ha revivido la discusión sobre la legalidad de incluir la propina de manera automática, aunque sea sugerida, en la cuenta final. Si bien la ley mexicana establece que la propina es voluntaria y no puede ser exigida, muchos establecimientos de lujo en destinos turísticos como Cancún la incluyen, o bien, la sugieren fuertemente, como una forma de asegurar una remuneración justa para sus meseros, cuyos salarios base suelen ser bajos. La industria argumenta que el nivel de servicio y atención en estos lugares justifica la tarifa sugerida.
Normativa PROFECO y la Realidad del Sector Turístico
El incidente resalta una constante tensión en el sector de hospitalidad de Cancún: la brecha entre el coste del lujo y el valor que el cliente le otorga al servicio. Como valor agregado a la nota, es crucial recordar que la PROFECO reitera que ningún establecimiento en México puede obligar o exigir al cliente el pago de propina, independientemente del porcentaje. Sin embargo, la realidad de los meseros en la zona hotelera es que su ingreso principal proviene de esta remuneración. Al no ser considerada por muchos restaurantes en el cálculo del salario base, la propina se vuelve un ingreso esencial para los miles de trabajadores que sostienen la industria del lujo en Cancún, haciendo que el acto de dejar $100 pesos sea visto no solo como tacañería, sino como una agresión económica a las familias que dependen de ese sector.
El incidente ha concluido con una simple moraleja para muchos: «Si puedes pagar cena de lujo, paga el servicio. Si no, hay tacos al pastor y nadie se ofende.»








