En una de las buenas noticias de los estrenos de este 2024, es que Perfect Days (Días perfectos) de Wim Wenders, su último largometraje nominado al Oscar por Mejor película de habla no inglesa en representación de Japón, llegó a salas de cine en México antes de su estreno en MUBI.
Como ven, es una de las películas que más esperábamos desde su participación en Cannes en 2023. Y su estreno, además de prepararnos para la ceremonia más importante de la temporada de premios, nos lleva ante un filme maravilloso y bello de uno de los directores más talentosos.
¿De qué va Perfect Days?
En Perfect Days no ocurre nada. Si tuviéramos que decir de qué va la película, resumiríamos la historia a “un sujeto que limpia baños alrededor de Tokio”. Pero la maestría de Wim Wenders y sus colaboradores en aspectos como la fotografía, pero sobre todo en el guion, la convierten en una de las piezas fílmicas más bellas de los últimos años.
Perfect Days tiene como protagonista a Hirayama, un sujeto que limpia baños públicos alrededor de Tokio. Todos los días se levanta, se lava los dientes, riega sus plantas, se pone su uniforme, sale a la calle, mira al cielo, compra un café de máquina, se sube a su van, pone un casete de su colección y se dirige a los primeros baños que ha de limpiar.
Después de moverse por algunos de los baños, va a un parque para comer. Saca una cámara de bolsillo y le toma una foto a los árboles. Continúa con sus labores de limpieza hasta irse a casa. Aquí, toma su bici, se dirige a unos baños para tomar una ducha, y terminando, va a comer. Regresa a casa, se acuesta y lee un libro antes de dormir. Esa es la rutina ya establecida de Hirayama.
La genialidad de Perfect Days y Wim Wenders
Y eso es Perfect Days: un hombre con una rutina establecida que reconocemos conforme pasa la película. ¿Suena aburrido? Sí. ¿Es aburrido? De ninguna manera.
En los primeros 10 minutos de la cinta no hay ningún diálogo. Sólo repasamos la impecable rutina de Hirayama. Y cuando decimos impecable no es porque la realice con cierta artificialidad en sus movimientos o en el tiempo en el que debe quedar, sino porque reconocemos que lleva años interpretándola con un cuidado que surge de la clama y la soledad.
A través de Hirayama, Wim Wenders nos dice que son las rutinas las que nos construyen, pero son los milagros los que nos cambian. Y para Hirayama todos los días son un milagro porque… la vida lo es.
Entonces, comprendemos que, en realidad, en su historia no hay milagros del día a día, sino que decidió implementar una rutina dentro del milagro. Y por eso la respeta y la cuida, porque ha de ser tan simple, que le permite percibir todo lo extraordinario que ocurre a su alrededor.
Ahora bien. En general, podríamos entender los milagros como aquellas rupturas inesperadas dentro de los sucesos y el ritmo que ya tenemos establecido, que lo dominamos a conciencia. Pero en Perfect Days los milagros (una palabra que, por cierto, nunca se menciona en la película) son las cosas que damos por hecho pero existen entre el caos y la indiferencia de la cotidianidad a la que la mayoría se ve obligado a ceder.
Y aquí radica la belleza de una película como Perfect Days. No hay necesidad de ningún evento dramático ni de una ruptura excepcional que nos revele los aspectos más íntimos del personaje. Con Wenders y Hirayama no obtenemos respuestas porque ni siquiera nos permite hacer preguntas. No necesitamos ninguna. Y no pasa nada.
Una película que conecta con la audiencia
En la vida de Hirayama hay muchos libros y música. También hay lágrimas. Hay un pasado que parece doloroso. Hay gente a su alrededor que es desesperante, misteriosa, apasionada y sensible. Y todas, al igual que Hirayama pero de distinta forma, buscan conectarse entre sí.
Entre todo lo que ocurre a su alrededor, en la vida de Hirayama hay mucha paciencia. Paciencia para quien entra desesperado al baño que acaba de limpiar y para el cual espera volver a hacerlo. Paciencia para el sujeto al que supervisa y no quiere trabajar. Paciencia para su sobrina y su necesidad de escapar a las dinámicas familiares. Paciencia para quien se confiesa frente a un extraño.
Y esa paciencia se traslada hacia la audiencia hasta llegar al punto en el que percibimos las mismas cosas que hacen sonreír a Hirayama. Aquellas cosas que son tan simples, que pasan desapercibidas.
La otra parte que nos parece extraordinaria es que Wim Wenders nunca presenta un discurso moral, dramático o romántico. ¿Y cómo lo logra Todo nos lleva al mismo Hirayama, quien a pesar de vivir una vida solitaria, disfruta del contacto con otras personas. Es un personaje que no habla mucho, pero jamás rechaza la palabra.
Así que respondiendo la pregunta que se planteó en el head de esta nota… Sí, Perfect Days merece todo el amor que ha recibido porque eso es lo que nos da la película a los espectadores.
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