
La OTAN se encuentra en una encrucijada crítica, evidenciando una profunda división interna sobre cómo responder a las repetidas incursiones aéreas de Rusia en su espacio aéreo. El debate se intensificó tras la violación del espacio aéreo estonio por tres aviones de combate rusos. Países del flanco oriental, como Polonia y Estonia, abogan por una respuesta contundente, incluso el derribo de aeronaves rusas, para disuadir a Moscú de su comportamiento imprudente. Sin embargo, otras naciones, notablemente Alemania y miembros del sur de Europa, instan a la moderación, temiendo una escalada directa del conflicto que podría tener consecuencias catastróficas para la paz en el continente.
Tensión en el Consejo de la OTAN y la Opción de la Fuerza
La tensión llegó a su punto máximo durante una reunión de emergencia del Consejo del Atlántico Norte, convocada por Estonia. Los países más cercanos a la frontera rusa, hartos de los incidentes que han incluido hasta 21 drones incursionando en Polonia en las últimas dos semanas, exigieron que la declaración conjunta incluyera el lenguaje de responder con la fuerza a futuras violaciones. A pesar de que la OTAN tiene autoridad para actuar, Alemania y otras naciones del sur de Europa presionaron con éxito para eliminar ese lenguaje. La declaración final fue un compromiso, señalando que la OTAN usará «todas las herramientas militares y no militares necesarias para defendernos», dejando la respuesta ambigua en cuanto a su momento y ámbito.

El debate se complica por las evaluaciones de inteligencia. Por un lado, el principal general estadounidense de la OTAN, Alexus Grynkewich, sugirió que la incursión en Estonia pudo ser accidental, atribuyéndola a la «inexperiencia y el entrenamiento insuficiente de los pilotos rusos«. Esta perspectiva minimiza la intención de Moscú. Por otro lado, naciones como Polonia y República Checa argumentan que la intención no importa. El ministro de Asuntos Exteriores polaco, Radek Sikorski, lanzó una dura advertencia a Moscú: «Si otra aeronave entra en nuestro espacio sin permiso, deliberadamente o por error, y es derribada… por favor, no vengan aquí a quejarse. Quedan advertidos”.
La postura de los aliados orientales se basa en la necesidad de establecer una línea roja clara. El presidente checo, Petr Pavel, señaló que la falta de unidad solo envalentona a Rusia: «Si no nos mantenemos unidos, tarde o temprano nos pasará lo mismo». Altos funcionarios de la OTAN creen que Rusia está «investigando los puntos débiles de las defensas y recopilando información» sobre la tolerancia de la alianza. La incursión de drones en Polonia, los sobrevuelos sin permiso en Estonia y el paso de una aeronave militar rusa sobre una fragata alemana en el Báltico demuestran una clara escalada en la frecuencia de las pruebas rusas.

Sin embargo, el eje de la moderación sigue siendo fuerte, liderado por Alemania. El ministro de Defensa alemán, Boris Pistorius, se opuso firmemente a caer en la “trampa de la escalada” de Rusia. Pistorius calificó las exigencias de derribar algo del cielo como «frívolas», y defendió que «la prudencia no es cobardía, sino responsabilidad hacia el propio país y hacia la paz en Europa». El presidente de Finlandia, Alexander Stubb, se unió a la cautela, aconsejando a sus aliados «no reaccionar exageradamente, sino ser lo suficientemente firmes, porque lo único que entiende Rusia es el poder».
Diferentes Enfoques por Cada Nación
La complejidad de la situación radica en el riesgo. El Comandante Supremo Aliado, Grynkewich, subrayó que derribar una aeronave tripulada conlleva un riesgo mucho mayor de escalada que derribar un dron, especialmente si causa la muerte de alguien. Grynkewich reconoció que las naciones dentro de la OTAN tienen expectativas muy diferentes sobre cuándo y cómo deben intervenir los activos de la alianza. Mientras países como Polonia desean una aplicación muy amplia, otros prefieren tomar medidas nacionales. Esta diversidad de enfoques subraya el dilema central de la OTAN: cómo defender su espacio aéreo de manera efectiva sin desencadenar inadvertidamente un conflicto directo con Rusia.
