
El ejército israelí ha intensificado su ofensiva militar en la ciudad de Gaza, una acción que ha provocado un éxodo masivo de familias que huyen de los bombardeos. En un solo día, las operaciones militares resultaron en la muerte de al menos 61 palestinos, elevando el número total de víctimas a más de 62,966 desde el inicio del conflicto en octubre de 2023. Esta nueva oleada de violencia ha sumido a la población civil en una situación desesperada, forzándola a abandonar sus hogares en busca de seguridad.
Residentes de Gaza han relatado cómo las familias han huido de los suburbios orientales de Shujaiya, Zeitún y Sabra, buscando refugio principalmente en la zona costera. Mientras tanto, las fuerzas israelíes continúan sus operaciones en toda la Franja, declarando que su objetivo es combatir «organizaciones terroristas» e infraestructuras. En el sur, el Hospital Nasser de Jan Yunis recibió a decenas de palestinos con heridas de bala, muchos en estado crítico, que según sus propios testimonios, fueron atacados mientras intentaban conseguir alimentos en un centro de distribución cerca de Rafah.
El movimiento Hamás ha criticado duramente a Tel Aviv, acusándolo de «mentir» sobre la existencia de «amplias zonas» seguras en el sur del enclave para el reasentamiento de la población desplazada. Además, Hamás elogió el «amplio consenso» internacional en la condena del «genocidio» que, según ellos, Israel está perpetrando. La organización también acusó a Estados Unidos de ser cómplice de los «crímenes» israelíes por su negativa a respaldar el texto de condena.

Una Crisis Humanitaria en Escalada
La situación en la Franja de Gaza se agrava con cada nueva ola de desplazamientos. Un director del ministerio de Salud local, Ayman Abu Rahma, ha alertado sobre la inminente amenaza de un «desastre sanitario». El hacinamiento en los refugios y campamentos, sumado al colapso del sistema de salud, aumenta significativamente el riesgo de brotes epidémicos. En particular, se ha advertido que más de medio millón de niños menores de cinco años se encuentran en una situación de extrema vulnerabilidad ante esta crisis sanitaria, lo que añade una capa de urgencia a la crítica situación que enfrentan.
Las repercusiones de la violencia van más allá del daño físico. Ayuda en Acción y la Agencia de Naciones Unidas para la población refugiada de Palestina han señalado que aproximadamente 1.2 millones de niños se enfrentan a un severo deterioro de su salud mental como consecuencia de los constantes ataques en Gaza. Este impacto psicológico a largo plazo subraya la devastación generacional que está causando el conflicto. Por otro lado, la tensión política sigue sin resolverse, con Egipto y Qatar criticando la «intransigencia israelí» que ha estancado las conversaciones para un alto al fuego.
La Ofensiva No Solo es Militar: Represión y Boicot
Mientras la ofensiva en Gaza continúa, sus efectos se sienten incluso fuera del territorio. La compañía Microsoft despidió a dos empleados que protestaron contra los presuntos vínculos de la empresa con el ejército israelí, irrumpiendo en la oficina de un alto ejecutivo. Este incidente no solo pone de manifiesto la creciente polarización y el activismo global en torno al conflicto, sino que también revela la represión corporativa que puede surgir cuando las protestas se dirigen a las empresas que, de alguna manera, están asociadas con el conflicto. La compañía justificó la acción como una «grave violación al código de conducta», dejando claro que no tolerará manifestaciones de este tipo en sus instalaciones, lo que plantea un debate sobre los límites de la libertad de expresión dentro de los entornos laborales en medio de crisis internacionales.
