
El pasado 23 de junio despegó una cápsula espacial con humanos a bordo en forma simbólica, pues llevaba cenizas y ADN de 166 personas fallecidas. El lanzamiento se realizó mediante un cohete Falcon 9 operado por SpaceX, bajo el patrocinio de una agencia privada de Alemania. El objetivo era colocar la cápsula en una órbita conmemorativa, pero terminó estrellándose en el océano Pacífico tras un fallo de trayectoria.
Viajes espaciales conmemorativos desde los años 90
Este tipo de cápsula espacial con humanos no transporta cuerpos completos, sino porciones de cenizas o muestras de ADN que se lanzan al espacio como un homenaje. Estos vuelos conmemorativos existen desde los años 90, cuando empresas como Celestis empezaron a ofrecer el servicio en Estados Unidos. El viaje actual fue gestionado por una empresa alemana que opera a nivel internacional, con clientes de España, Alemania, Estados Unidos y otros países.
El accidente ocurrió cuando la cápsula se desprendió del cohete y, en lugar de mantener su curso hacia la órbita, perdió control y reingresó a la atmósfera antes de tiempo. Según testigos, la cápsula espacial con humanos se quemó parcialmente y sus restos cayeron al Pacífico. No hubo daños personales, pero los restos no pudieron recuperarse en su totalidad. La agencia anunció una investigación técnica para aclarar lo ocurrido.
Legalidad de los entierros espaciales

El envío de cenizas humanas al espacio es legal en varios países, especialmente en Estados Unidos, donde se permiten estos servicios siempre que cumplan con normativas de seguridad y ambientales. En Europa, incluida España, no hay leyes nacionales que lo prohíban expresamente, aunque el lanzamiento suele gestionarse desde plataformas internacionales como Cabo Cañaveral o la base de Vandenberg en California. La cápsula siniestrada partió desde suelo estadounidense.
El contenido de la cápsula incluía muestras de ADN y cenizas de 166 personas que pagaron por este homenaje único. Los organizadores aclararon que cada familia firmó contratos donde se advertía del riesgo inherente a los lanzamientos espaciales. Sin embargo, algunas familias expresaron su decepción al saber que los restos terminaron en el mar en lugar de permanecer en órbita, como se había prometido.
Me parece genial que se hable de este tema, porque es algo que nos afecta a todos. Sin embargo, a veces siento que no se le da la importancia que merece y se queda en palabras. Necesitamos más acción y menos promesas vacías.
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